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Samba socialista

Parece que con la destitución temporal de Dilma Rousseff se ha quemado la primera etapa del lulismo, la peculiar socialdemocracia brasileña, un felipismo con más samba y menos Almodóvar, tan distinto, por otra parte, de los gobiernos bolivarianos, más marcados por el verbo radical, el agravio contra el imperio y el componente indigenista. A partir de Thatcher, las socialdemocracias de curso legal hicieron un descubrimiento tardío pero decisivo: de favorecer a los pobres no se saca nada, salvo su respeto cuando lo expresan, que no es siempre. Contra todas las visiones hagiográficas acerca de la bondad del pueblo, hay que recordar que el universo entero está lleno de desagradecidos. En todas las clases y gremios. También ocurre lo contrario.

En consecuencia, Lula y Dilma, como hiciera Felipe, parece que en sus largos años de reinado se procuraron el cariño de alguna petrolera, de un par de bancos de los que regalan pisos, de las empresas mineras. De gente que puede asegurarte una jubilación dorada mediante las puertas giratorias, en donde entras vaquero y sales convertido en primer ganadero de Kentucky. Así fue como Alfonso Guerra, que decía que se iba a retirar a los 47, aún era diputado a los 74. Luego, hemos visto que las manifestaciones a favor de la presidenta brasileña han sido tardías y poco entusiastas frente al desbordamiento de la derecha que huele su oportunidad y que ya anuncia diversos proyectos para acelerar la deforestación de la Amazonía, las grandes obras y el genocidio de sus tribus. En Amazonas, la gente sigue siendo mayoritariamente lulista, aunque sólo sea porque lo que viene es peor.

Aquí también nos pasó: las corruptelas generalizadas datan de Zaplana en Valencia y de Aznar en El Escorial, real pudridero en donde se celebró una boda de horteras rodeados de forajidos. Ante semejante desconsuelo solo cabe, me parece, una enseñanza: mantente en tu lugar, no te quedes con nada que no sea tuyo, mejora lo que puedas y considera el precio de cada avance. Si es demasiado alto, quédate donde estás. Política.

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