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Ignorancia tóxica de la CEOE

Para aquellos que intentan analizar los efectos que en un futuro próximo puede suponer la digitalización sobre el empleo disponible en nuestro país, es muy difícil aceptar afirmaciones contundentes. Hay que procurar entender lo que puede estar ocurriendo tecnológicamente (algo distinto a las primera y segunda revoluciones industriales) y tratar de exponer aquello que se intuya con el máximo respeto y solidaridad con las personas que no encuentran empleo; una circunstancia que cada vez es menos dependiente de las capacidades y esfuerzos personales. Disculpas por la autocita de un modesto ebook «(Des)empleo y bienestar en la era digital: Una lectura desde España».

A pesar de este entorno de duda y dramatismo, la cúpula empresarial española ha decidido pasarse a verdades absolutas y lo hizo, la semana pasada, con la inestimable ayuda de la vaciedad de la Presidenta de Siemens en España, Rosa García, que ha patrocinado y publicitado un estudio insolvente tanto en el fondo, como en la forma: «España 4.0: El reto de la transformación digital de la economía», cuyo nivel de rigor y bibliografía en mis buenos tiempos no habría merecido un aprobado como proyecto de fin de carrera. A partir de tal folleto, Juan Rosell, presidente de la patronal CEOE afirmó con toda contundencia que el trabajo «fijo y seguro es un concepto del siglo XIX» y que en el futuro el empleo habrá que «ganárselo todos los días». Su interpretación del problema hace sospechar que asistimos al inicio de las negociaciones de los próximos convenios colectivos.

Siemens España habría actuado con más rigor simplemente reproduciendo las ideas del propio gobierno federal alemán, que está analizando el tema con responsabilidad y rigor extraordinarios bajo el impulso de su Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales acompañado de universidades, sindicatos, empresarios y consultoras serias. Mientras llegan las conclusiones definitivas, recomiendo sinceramente el libro verde accesible desde hace dos meses en versión inglesa («Re-imaniging Work. Green Paper Work 4.0»). Como si aquí fuéramos una colonia de iletrados, Siemens España se ha prestado a que la patronal anunciara la hecatombe para los trabajadores.

El problema es serio pero nada tiene que ver con el adolescente copia y pega encargado a la consultora Roland Berger, de la que ha formado parte Ángel Corcóstegui, el hombre con la mayor indemnización por despido de la historia (se llevó en 2002 un compromiso por jubilación de 108 millones al abandonar el puesto de consejero delegado del Santander) incluso por encima de los recibidos por su sucesor, Alfredo Sáenz (88,1 millones), y del exBBVA y actual presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri (68,7 millones). Admitamos que no es el entorno más apropiado para dar consejos sobre empleo.

Los avances de la era digital implican simultáneamente la desaparición del antiguo empleo y el aumento del bienestar percibido por la persona. Es paradójico que la mayoría de individuos corran el riesgo de vivir en peores condiciones económicas, al tiempo que disfrutan de todas las posibilidades que ofrece lo digital, a las que comprensiblemente no están dispuestos a renunciar. En términos de convivencia, estos avances tienen efectos contradictorios: por un lado igualan a las personas en la obtención de determinados hábitos (mismos dispositivos, mismas apps, misma calidad musical...) mientras que estos mismos mecanismos alejan el trabajo en cantidad y calidad. Las mismas tecnologías que incrementan el bienestar cotidiano aumentan las dificultades para conseguir una legítima compensación económica derivada de un empleo; como si la persona se viera beneficiada en su papel de consumidor al tiempo que perjudicada en su papel de productor.

Efectivamente, durante muchos años los europeos hemos pensado que tener un trabajo era un derecho constitucional perfectamente factible, una especie de juego de suma cero entre empleador y empleado. Ello nos ha llevado a pensar que no tenerlo o ser despedido era poco menos que una afrenta. De hecho, no tener un empleo fijo supone grandes dificultades, cuando no la imposibilidad de conseguir una hipoteca, un préstamo para el coche, o alquilar un apartamento.

Rosell no quiso o no supo explicar que hablar de derecho al trabajo no debe reducirse a la particular forma histórica que ha tomado en las sociedades industriales posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando al hablar de un puesto de trabajo se pensaba en un salario por una actividad a tiempo completo. Este concepto ha sido válido en un período muy corto en la larga historia del trabajo y no debe extrañar demasiado que la situación que hoy se plantea lo haga cambiar, lo que en absoluto significa que los patrones puedan beneficiarse de un mundo de empleos «que habrá que ganarse todos los días».

La dinámica del empleo ha sido consustancial con la evolución de la sociedad que se ha racionalizado y organizado alrededor de unidades de tiempo y de lugar, siempre relacionados con el trabajo y sus herramientas, asociándole remuneraciones y derechos sociales específicos. Sobre el empleo, en su condición de hecho social total, basculan elementos muy importantes: sociabilidad, desarrollo personal, transformaciones sociales, dominación de unos sobre otros, alineación, liberación, etcétera.

Es posible que en el marco de la digitalización tengamos que plantearnos cuatro r: Repartir trabajo, Reeducar, Redistribuir los beneficios de lo digital y Relajar, esto es, diluir el actual papel de la meritocracia, el principio según el cual para prosperar hay que trabajar duro. Animar, sin más, a buscar lo escaso (el empleo disponible) puede conducir a episodios parecidos a los épicos e inútiles episodios relatados por Jack London en «Fiebre del oro», algo que ya intuyó Luis Goytisolo y Paco Ibáñez nos ha recordado: «Me lo decía mi abuelito, me lo decía mi papá, Me lo dijeron muchas veces y lo olvidaba muchas más. Trabaja niño no te pienses que sin dinero vivirás Junta el esfuerzo y ahorro, ábrete paso, ya verás, Como la vida te depara buenos momentos. Te alzaras sobre los pobres y mezquinos que no han sabido descollar. La vida es lucha despiadada nadie te ayuda, así, ni más, Y si tu solo no adelantas, te irán dejando, atrás, atrás ¡Anda muchacho y dale duro! La tierra toda, el sol y el mar, son para aquellos que han sabido, sentarse sobre los demás».

Debatamos sobre digitalización y empleo con solvencia y esperanza, no con banalidades y llevándolo a rancias e interesadas ascuas empresariales.

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