Soy persona de dar segundas oportunidades. Bueno, segundas, terceras y si me apura, hasta décimas. No me gusta eso de vivir con cara de acelga por no ser capaz de olvidar algo en concreto que hizo que determinado día torciera el morro por un mal gesto o unas malas palabras de alguien que decidió amargarme el día. Y resulta que esto de las segundas oportunidades lo extiendo, como no podría ser de otra forma, al mundo de las series. Hay temporadas de series de televisión que me dejan fría, que me dan igual, pero si la temática que trata la serie en cuestión es de las que consigue que pierda horas de sueño... Pues qué quiere que le diga, perdono las horas perdidas e inicio la nueva temporada como si de una nueva ficción se tratara.
Y eso precisamente es lo que me pasa con las series cuyos protas son zombies. Me chiflan tanto los «no vivos», que por muy mala que sea la serie en cuestión ahí me tiene a mi perdiendo horas frente al televisor. La última serie con la que creo haber perdido el tiempo es Fear The Walking Dead. Por si no la ha visto ya le digo yo que esta serie es de las malas, pero de las malas... Malas. La primera temporada me pareció patética y aún así decidí ver la segunda. Mi yo más masoquista me ha llevado a desesperarme con personajes carentes de todo carisma, argumentos sin sentido y zombies faltos de maquillaje. Me cuesta recordar el nombre de alguno de los actores a los que llevo viendo durante dos temporadas, algo impensable para una friki series como yo. Es curioso cómo un argumento potente puede hacer que hasta la serie más mala se mantenga en antena. Así es que si me quiere hacer caso, no pierda el tiempo con esta ficción que para perder el tiempo y dar infinitas oportunidades a las ficciones cutres ya están las melones como yo.
