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Beso de Virgen

El diablo, que es el divisor, pese a lo cual se llama dividendos a los beneficios del dinero, siempre hace de las suyas y ha querido que la guerra de su eminencia el cardenal Antonio Cañizares contra el imperio gay (quizás ayudado por Obi-Wan Kenobi y el maestro Yoda) haya caído demasiado cerca del peor crimen de odio „cincuenta muertos„ registrado en tierras algo civilizadas, como La Florida. Odio al homosexual, en concreto. Pongamos, por ejemplo, el free jazz, contra el que nunca se manifestado el señor cardenal y cuidado que es raro, el free jazz.

No creo que nadie se enfade si un ilustrador saca a la Cheperudeta y a la Virgen de Montserrat como inspiradas intérpretes del free jazz, en cambio el arzobispo de Valencia habla de «profanación» al referirse al cartel en el que las dos vírgenes se dan un beso en la boca, de lo que se infiere que nadie considera que por gustarte el free jazz debas ser considerado un sujeto pecaminoso y desviado, tal vez merecedor de alguna terapia de recuperación y, en el mejor caso, digno de lástima, comprensión y perdón. Es curioso, el padre del serial killer de Orlando, donde ha habido, en efecto, mucho tomate, demasiado, reconoce el odio de su hijo a los gais, pero dice que lo hubiera denunciado él mismo de haber sabido que era un islamista radical.

Claro, una cosa es matar maricones y otra muy distinta a un infante de marina o a un rabino, hasta ahí podríamos llegar. Y los poetas que cantaban las glorias del sexo entre la piel joven de los efebos, nunca fueron musulmanes ni árabes: serían de Sueca. En fin, que tampoco me voy a meter ahora con la guerra de EE UU contra el imperio de Mahoma (o viceversa), nada es demasiado para una vocación firme, pero es el enésimo perro rabioso que organiza una matanza en nombre del islam, que ha pasado por Arabia Saudí, como los suicidas del 11S. Pese a lo cual seguimos llamando moderados a quienes nos compran de todo y no molestan demasiado a América, aunque vayan matando a los americanos. A los mariquitas, a los franceses, a los belgas...

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