LLegó el momento más esperado de la campaña del 26J. Hubo debate a cuatro, con completa normalidad aunque la tramoya fue excesiva. Entre los comentarios previos y posteriores „en carne viva„ hay para varios tomos y tesis. Nadie salió herido de muerte del encuentro ni nadie arrolló a los demás, aunque hubo críticas de peso y enjundia para hacer mella en cada adversario, y se notó en las caras y en sus voces y gestos.

Los líderes que se postulan para presidentes del Gobierno han mejorado mucho, los últimos seis meses han dado mucho sí y han aprendido, no solo tablas, y han adquirido la sabiduría de la experiencia y de la política real. Cada cual utilizó sus armas como mejor pudo, a veces para ir a buscar al adversario con quien compite por los votantes y otras para definirse a la contra de quien tiene un programa más diferente, es lo que pasó con Rivera al enviarle algunas críticas de peso y otras más amañadas al líder de Podemos, Pablo Iglesias, que acusaba más el encaje de los diversos argumentos en su contra, en especial la figura retórica con la que Pedro Sánchez procuró enviarle la extremo, haciendo tandem con Mariano Rajoy.

El presidente de Gobierno en funciones procuró defender sus logros, en materia de creación de empleo, y se refirió a la pesada herencia y a que salvó España del rescate. Como cosa más importante destacó que ha negociado una ampliación de los plazos para conseguir rebajar el déficit y no dijo nada de la multa que nos amenaza desde Bruselas. Y por supuesto recordó que ha bajado el IPRPF y que piensa bajarlo (del IVA ni hablar) ni del nivel actual y sus tramos.

Sánchez supo esta vez a la altura de un candidato a la Moncloa, y anunció como hizo en el hemiciclo en la sesión de investidura, las medidas para derrogar las leyes más ideologizadas del PP, y ayudar a que el empleo sea más estable, y mejorar el salario mínimo. También para reducir la desigualdad creciente. No habrá bajada de impuestos. Y no definió mejor la tasa compensatoria para volver a llenar la hucha de las pensiones, ni mejor hasta dónde puede llegar el federalismo para atraer a Cataluña en un encaje en el Estado.

Tanto Rajoy como Iglesias, y por descontado, Rivera, le requirieron como socio de su hipotético futuro ejecutivo, dado que nadie espera ganar por mayoría absoluta. Rajoy sigue proponiendo la gran alianza, y el de Ciudadanos se refiere a un frente de los constitucionalistas. Apeló para frenar a los populistas.

Hubo pique, en casi todos los casos, puyas y anécdotas más humanas y se utilizó esta vez a Grecia, y no a Venezuela, que planeaba sobre ellos al hablar de América Latina o Hispanoamérica.

Las mujeres, la igualdad de sueldos, la conciliación familiar, y la violencia de género salieron a fogonazos, sin ocupar más tiempo, dado lo apretado de estas dos horas y pico para repasar los cuatro programas en los diversos apartados. Y no rehuyeron, como la gente temía el universo de la corrupción o del fraude fiscal en España. Quien más recibió fue el PP sin que escapara el PSOE de los EREs, ni Podemos de su originaria financiación.

Creo que este gran debate va a tener mucho peso y los comentaristas aumentarán su efecto y fijaran su imagen. Ha sido la madre de los debates y junto al de la Sexta sobre la economía en la que Jordi Sevilla fue el más contundente y De Guindos salió tocado, por ahora es lo que puede alterar la intención de voto, a una parte de los indecisos. Y a otros les hará reflexionar.