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Rituales mágicos en la noche más espiritual

Los griegos festejaban al dios Apolo y los romanos a la diosa Minerva en el solsticio del verano. El fuego y el agua eran purificadores de personas, animales y vegetación. Heredera de aquellos tiempos es uno de los rituales que se práctica, el de las siete velas, para conseguir deseos y propósitos.

Se improvisa un altar y sobre él se coloca las diferentes velas con seis los colores del arco iris -energía, magnetismo, pasión, amor, valor, prosperidad- , descomposición del blanco, color de la luz, a los que hay que sumar una vela de color marrón representando a la Tierra, y otra de color negro, el del mal que nos rodea siempre.

Curiosa la relación con lo cristiano este ritual pagano. Los siete pecados capitales, la Virtud o la Gracia contra los Vicios y el mal. Las velas de colores vencen todas en conjunto a la del mal. La fuerza de todos los colores, que sumando conforman el color blanco, que vence a la negritud del mal.

En medio, se deposita un recipiente con agua, a ser posible de manantial, con la que lavarse y nos limpiará de todo mal, en especial el mal a de ojo. Nos llenará de energía y positivismo. Junto a ella distintas hierbas medicinales, curativas, enhebradas por laurel. Hierbas que hay que recogerlas la tarde víspera de san Juan y luego colgarlas en puertas y ventanas de las casas.

La hierbaluisa, la menta, la madreselva, el romero, las hojas de distintos frutales con principios curativos, la manzanilla brava o la falsa árnica. Los buscadores de amores han de colocar muérdago bajo su almohada o tréboles. El rocío otorga propiedades estéticas, medicinales y mágicas a quien se lave con sus gotas o riegue con ellas las hierbas.

Comienza la ceremonia rociando el altar con agua formando un círculo en el sentido de las manecillas del reloj. Se enciende primero la vela negra, la oscuridad, que representa el mal pasado, el actual y el futuro, las tinieblas, que serán vencidas por la claridad, la luz del sol.

Cada participante escribe en dos hojas lo malo que tiene en una y lo que desea en otra. La primera la quemarán en el fuego de la vela negra, la segunda la guardará hasta la Noche de san Juan del próximo año. Se acompaña los gestos de oraciones dirigidas al Sol para que la fuerza de su Luz acabe con todo lo que nos perjudica.

Terminado el ritual del altar, vendrá el salto de la hoguera, para acabar con los residuos del mal que aún pudieran quedar en el cuerpo, en la parte exterior. Este fuego nos protegerá durante todo el año del mal, ahuyentara el mal de nosotros, las cenizas en contacto con los pies desnudos curarán nuestras enfermedades.

Llegado a casa, quienes anden buscando el amor les queda una última tarea, encender dos velas rojas en su habitación y bajo cada una de ellas dos nombres, el de uno mismo y el de la persona que se quiere captar. Luego rocía la habitación con agua resultante de cocer doce pétalos de rosas y plantas aromáticas.

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