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Trastorno electoral

Pese a la campaña electoral, conservo las ganas de votar en mi país, incluso de votar por el cambio, lo que, en principio, está reñido con la conservación. Conseguí saltarme el debate a cuatro, así que recomendarme otro debate a siete, como el que nos atizó TVE, era como prescribirle un gin tonic a un señor con problemas de reflujo gástrico. Antes se habrá celebrado el referendo británico donde, al final, quizás ganen los partidarios de la permanencia en la UE, contraviniendo los bajos instintos de buena parte de la población sometida a la dieta alimentaria inglesa (maligna de por si) y a un régimen intelectual a base de tabloides.

Pero la opción por Bruselas contaba con el apoyo oficial (es decir de los dos principales partidos, los dos con la boca ladeada para soltar un escupitajo al pronunciar el nombre de Europa), de la patronal del automóvil, el FMI y la City, quizás del espíritu de Saint George, del Séptimo de Caballería y, para admiración y pasmo de los siglos venideros, del ministro español de Exteriores, señor García Margallo, uno de los pocos ministros de Rajoy que no parece recuperado de un bote de detergente ¿Qué ocurre cuando uno obra bien por los motivos equivocados? Pues que obra mal, aunque no se note o se note poco y pese a que todos entendamos el miedo de los británicos a tener que ir al trabajo en patinete como castigo de los fabricantes de coches desairados.

Porque, de momento, lo único que ha quedado claro es que los ingleses sueñan con un futuro con menos polacos o rumanos, cuando cualquiera sabe que el futuro está lleno de ellos. A todo eso el citado García Margallo parece estar contra todos los referendos convocados o por convocar (el de Escocia, el de Catalunya, el del Brexit€) salvo el referendo revocatorio de Maduro en Venezuela, del que es un conocido entusiasta. Se nota que Venezuela tiene más bellezones y misses que Catalunya o las Highlands, que sólo tienen whisky del bueno, del que no produce reflujo. Las elecciones repetidas son como la quimioterapia: la intención es buena, pero apiádense de este cuerpo electoral, plis.

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