Después de las elecciones del 26-J, los partidos perdedores o que no han recibido todos los votos que, en su narcisismo, esperaban, intentan explicarse a sí mismos los porqués. Sin embargo, las claves de su decepción son obvias para cualquiera que piense un poco sin estar abducido por ideologías fanáticas o de Walt Disney.
Véase este ejemplo, que se suma a otros anteriores. El 29 de junio, a los tres días de las elecciones (ya conocíamos los resultados oficiales), a la plataforma municipalista Totes amb Burjassot (obtuvo 1.209 votos), una de las confluencias de Podemos-Compromís, se le ocurrió esta medida política, defendida por su portavoz, Adrián Juste, en una sesión plenaria. Retirar la mención honorífica de Alcaldesa Perpetua de Burjassot a la Virgen de la Cabeza, patrona del pueblo ex aequo con Sant Roc.
Gracias a los votos del PSPV (le ha visto las orejas al lobo: ¡ya era hora!), C,s y PP, la moción fue rechazada. Votaron a favor Totes (y Tots, suponemos), Compromís y EU. Los vecinos de Burjassot, que llenaron el pleno, se indignaron justamente por «la falta de consideración y desconocimiento de una tradición tan arraigada en el municipio en la que años tras año participan miles de personas, independientemente de su credo político», en referencia a las fiestas patronales.
Hay que ser burros „no encontramos otro adjetivo„ para meterse en jardines que no deben pisarse, sólo movidos por el odio a la religión católica y al clero regular. Da la casualidad histórica, que los asesinos de mi abuela paterna, Carmen Llorens Valls, con residencia en Godella, partieron de Burjassot. Los mandada un individuo de la CNT-FAI, llamado El Cheneral. En la noche del 14 al 15 de febrero de 1937 la obligaron a subir al siniestro coche de la calavera y la asesinaron en Paterna, junto a la Cruz del término. Tenía 64 años. Con ella también fue asesinado un matrimonio de Godella, Francisco Alcántara Díaz y Asunción Ríos Seguí. Eran católicos practicantes.
Esto también es Memoria Histórica. Tal vez desconozcan aquellos hechos, y muchos más, los de Totes amb Burjassot. Hay que refrescarles nuestro cainita y sangriento pasado para que se abstengan de reavivarlo. «¡Arderéis como en el 36!», gritó la ignorante y rabiosa portavoz actual del ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre (Podemos), cuando invadió la capilla católica de la Complutense de Madrid en 2011. Tenía 23 años. Sancta Simplicitas! Pero peligrosa.
Todo el descenso electoral de la extrema izquierda y los nacionalistas se debe, en general, a su deficiente y errática gestión y a su empecinamiento en retrotraernos a los años treinta y al Frente Popular de 1936.
La primera cuestión no tiene arreglo; la segunda, sí: que sepulten su fobia enfermiza contra la religión católica, sus tradiciones y sus usos. ¿Han visto algo más ridículo que al alcalde de Valencia, Joan Ribó, negándose a entrar en la catedral el 9 de octubre o asistiendo a la procesión del Corpus desde el balcón del domicilio particular de un vecino de Compromís? No, y mil veces no. Si no le ha atacado aún uno de los animales de doña Glòria Tello, concejala de Bienestar Animal y Cultura y presidenta del Palau de la Música -partidaria de trasladar el Gran Órgano Grenzing a otra sala, desmontándolo cual si se tratara de un mueble de Ikea-, ¿teme Joan Ribó que «el mossegue un retor»?
En un año se han enfrentado con el pequeño (subida del IBI un 40%) y gran comercio o los taurinos: en sus redes sociales afines han deseado la muerte del diestro Manuel Escribano, herido de suma gravedad con rotura de la femoral, la ilíaca y evisceración de un testículo. Miman el carnaval gay cuando nadie los persigue ni discrimina. No limpian la ciudad, han rechazado inversiones «capitalistas» y vilipendiado a las creencias religosas en sus manifestaciones externas y populares. Y mucho más. «Aleshores», ¿de qué se extrañan? ¿O es que su ceguera ideológica les impide escrutar la realidad social?
¿A que ignoran cuáles son las cosas que más les interesan a los ciudadanos? Son el sexo, la propiedad y la religión. Por la primera creamos la vida (o no); por la segunda la mantenemos, aunque seamos asalariados; por la tercera esperamos continuarla en el otro mundo (o no).
