La secretaria autonómica de Sanidad Universal, Dolores Sala, y el director de Asistencia Sanitaria de Zona, Eduardo Zafra, principalmente la primera, vienen siendo últimamente cuestionados a diario. Se atribuye a la secretaria autonómica la ilegalidad, la falta de ética o de estética en la contratación de su hija por parte de la fundación de investigación de la Conselleria de Sanidad, Fisabio. Sin que haya concluido la investigación que está llevando a cabo la Conselleria de Transparencia, desde la Conselleria de Sanidad se ha trabajado para poner en la cuerda floja a Sala, nombrada a instancia de Compromís. Esta doctora ha sido responsable del Plan Oncológico de la Comunitat Valenciana y es una referencia nacional en la materia, así como una gran defensora e impulsora de la salud pública y merece el respeto y la presunción del buen obrar hasta el momento en que se demuestre lo contrario. Por tanto habría que esperar al informe de la Conselleria de Transparencia para juzgar si estamos ante una actuación irregular o impropia o si por el contrario Dolores Sala no participó ni influyó en la contratación de su hija

A Eduardo Zafra, se le acusa de ser cuñado de Dolores Sala y, por tanto, de acceder al puesto de responsabilidad que desempeña actualmente en la Conselleria de Sanidad por su parentesco, cuando en realidad su nombramiento fue por Compromis. Conviene saber que tiene una experiencia en el ámbito de la sanidad pública de más de 30 años, habiendo desempeñando la jefatura de servicio de asistencia socio-sanitaria de la conselleria y demostrando su activismo presidiendo Acdesa-PV o participando en la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública. De un profesional con esta trayectoria no parece razonable decir que ha sido nombrado por su parentesco.

No cabe duda de que en el fondo estamos asistiendo a una batalla entre la vicepresidenta Mónica Oltra y la consellera Carmen Montón, pues todo parece indicar que las filtraciones provienen de la propia conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública. Es obvio el distanciamiento entre la vicepresidenta y la consellera a raíz del nombramiento y posterior renuncia del marido de Carmen Montón al frente de la compañía de Aguas de la Diputación de Valencia para la que fue contratado. «No es ético ni estético», argumentó en su día la vicepresidenta, calificativos con los que hoy se comulgan en la conselleria de Sanidad respecto de la contratación de la hija de la secretaria autonómica, a la vez que se insinúa que el parentesco de Eduardo Zafra con Dolores Sala es la causa del nombramiento de aquél.

Por otra parte, las ilegalidades en la contratación de jefes de servicio y sección, recientemente afloradas, o las irregularidades del llamado bolsín gestadas durante los gobiernos del Partido Popular con el apoyo de Cemsatse, UGT, CSI·F e Intersindical Valenciana, se vuelven en contra de la actual conselleria, que cometió errores importantes en el proceso de nombramiento de gerentes y cargos directivos, pero que no es responsable del enchufismo que durante dos décadas ha generado una cultura perversa para el sistema de acceso a la función pública sanitaria.

Sin duda, el Partido Popular se debe estar frotando las manos. Hasta tal punto es inexplicable la situación, que quienes han estado al frente del gobierno de la Generalitat durante veinte años y han sido protagonistas de la generalización del nepotismo y del enchufismo, tienen contra las cuerdas al actual gobierno valenciano. Gobierno que no reacciona y que echa piedras contra su propio tejado y proyecto con estas disputas que, de manera incomprensible, se dirimen en los medios de comunicación.