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El «Brexit» y el miedo al distinto

Los sectores xenófobos del Reino Unido consiguieron que el referéndum sobre el brexit se convirtiera en buena medida en un plebiscito sobre la emigración, y para ello se aprovecharon sin ningún tipo de escrúpulos del ruido mediático provocado por la crisis de los refugiados y la errática respuesta de la Unión Europea a la misma, mezclando churras con merinas en un cóctel que finalmente decantó el voto de determinados sectores de la población británica hacia el Leave.

Así, el partido euroescéptico UKIP „que, no nos olvidemos, ganó las elecciones europeas de 2014 con un 26,6 % del voto popular„ dirigió su discurso a la parte más vulnerable de la población, transmitiendo el mensaje de que el deterioro de los servicios públicos, y muy especialmente del sagrado Sistema Nacional de Salud (NHS), estaba en peligro no por las políticas del gobierno británico, sino por la transferencia de fondos a la burocracia europea y por la «avalancha» de emigrantes que el Reino Unido estaba recibiendo debido a las políticas de la unión, y concretamente de Alemania. Especialmente polémico, incluso dentro de la campaña del Leave, fue el uso por parte del UKIP de un cartel de campaña con el lema «La UE nos ha fallado a todos. Debemos retomar el control de nuestras fronteras», en el que se mostraba la imagen de refugiados hacinados en la frontera eslovena.

A la vista de los resultados parece que este mensaje ha calado, pero lo cierto es que la sociedad británica tiene un carácter multicultural y multiétnico „fruto principalmente de su pasado colonial„ y que los datos objetivos desmienten el aumento sustancial en la llegada de inmigrantes de origen extracomunitario. Según los datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONS) en 2015, el Reino Unido recibió 630.000 inmigrantes mientras que 297.000 personas dejaron el país. Si nos centramos en las cifras netas (combinación de los que llegan y los que se van) nos encontramos con que durante el año pasado el número de extranjeros extracomunitarios que se instalaron en el Reino Unido fue de 188.000, un número casi idéntico al de comunitarios, que fue de 185.000. Estas cifras incluyen a 175.000 personas que se instalaron en el Reino Unido para estudiar, 178.000 que llegaron con una oferta estable de trabajo, y solo a 45.000 que accedieron como solicitantes de asilo.

Pero lo más llamativo „si lo comparamos con la situación de emergencia que desde los sectores más chovinistas se ha transmitido„ es que la mayoría de estas cifras no suponen ningún cambio significativo con respecto a las de la última década: las solicitudes de asilo aumentaron un 30 % en 2015 con respecto al año anterior, pero son menos de la mitad de las 103.000 que, por ejemplo, hubo en 2002, y las cifras de inmigrantes extracomunitarios se mantienen en una media anual similar desde principios de siglo. En realidad, el aumento más importante de inmigrantes al Reino Unido se produce a partir de 2004 con la ampliación de la Unión Europea a un gran número de países del Este, y desde 2013 con la crisis en el sur de Europa que ha empujado a decenas de miles comunitarios „entre ellos a muchos españoles„ a buscarse la vida en las islas. Pero es evidente que resulta políticamente más rentable que el espantajo que se agita para vehicular el resentimiento tenga un color y unas costumbres diferentes de las nuestras.

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