Lo imprevisto es la sal de la vida, lo que nos mantiene despiertos y con voluntad de transformación. Lo previsto supone convertir la convivencia en una hoja de ruta que se cumple haga frío o calor, sea primavera u otoño.

Hemos votado, aunque no todos ni todas, unos con desgana, otros con miedo, otros con la obediencia debajo del brazo, otros con convicción, otros con dudas, otros con intereses ocultos y, al final, todas las opciones ha vuelto a tener una mayoría en contra. Seguramente ha sido el voto de una mitad que se opone a la otra. Eso sí, las absurdas diferencias entre el Senado y el Congreso demuestran que las cosas no están bien pensadas, que los padres de la constitución se equivocaron y que la democracia, según se establezcan las reglas del juego, es más o menos democracia.

Por eso los partidos políticos van perdiendo la confianza y la ciudadanía tiene más fe en la justicia para recuperar el equilibrio, y en los medios de comunicación para recuperar la transparencia. Los resultados son los que son, pero que nadie crea que suponen una amnistía, una aprobación del delito, un visto bueno a la trampa. Solo son ideología convertida en voto y la evidencia de una sociedad confusa. Mientras, la ley continúa su recorrido. Ahora, con la resaca electoral, nuestro papel como ciudadanía no es huir ni cambiar el pasaporte, no es darnos a la bebida o abrirnos las venas por un supuesto desacuerdo con lo imprevisto. Nuestro papel es reforzar la convicción.

Estar en desacuerdo con la realidad es la esencia de la rebeldía y requiere trabajar por la transformación, cada cual a su escala, más allá de la fantasía que supone imaginar que íbamos a llegar a la estación deseada. Es verdad que ha sido el partido más votado aquel que está encausado por hacer trampas para poder ser el partido más votado (los jueces dirán algo al respecto), pero no existe mayoría absoluta y eso hace que estemos mejor que antes, porque hacen falta acuerdos. Ya veremos lo que da de sí la conversación, pero nosotros somos ciudadanos y ciudadanas antes que electores, somos mucho más que un censo, y vamos a seguir trabajando por los derechos civiles, que nadie lo dude, aunque el poder no lo tenga previsto.