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'Prime time' veraniego

El verano es tiempo de reflexión televisiva. Sobre todo porque la oferta en las parrillas es más bien exigua o lo más parecido a un déjà vu, es decir, a esa sensación que todos hemos experimentado alguna vez de volver a una situación que ya hemos vivido con anterioridad. No sé cuántas veces habrán emitido la saga Bourne o la comedia romántica Cómo perder a un chico en diez días pero en las últimas semanas parece que títulos como esos se multipliquen en las cadenas de forma exponencial.

Pasa lo mismo con las reposiciones de programas cuya temporada ya ha acabado pero que la cadenas no se cansan de volver a emitir o con esos espacios que hacen refritos de los «mejores» momentos de la televisión de ayer, hoy y siempre... Se hacen completamente prescindibles y retrasan la emisión de largometrajes que, en algunas ocasiones, merece la pena ver. Estas reposiciones retrasan el inicio de la película hasta pasadas las 22.30 horas de la noche.

Durante el «curso» televisivo el espectador lleva con gusto „como así revelan las audiencias„ que la series estrellas de cada canal no arranquen hasta pasada esa hora porque espacios como El hormiguero nos enganchan al invitado que haya ido a «divertirse». Sin embargo, durante el verano no hay necesidad de hacernos esperar para disfrutar de una película que bien podría empezar a las diez de la noche. Es decir, adelantar el prime time, ese debate que tantas veces se ha puesto sobre la mesa pero que parece haber caído definitivamente en saco roto.

TVE hizo el amago de adelantarlo a las 22 horas en febrero de 2015, pero la iniciativa la frustró apenas tres meses después. Quizás el verano sea buen momento para experimentar; que las cadenas adelanten su horario de máxima audiencia estos meses estivales, que tomen el pulso al espectador y, quizás con suerte, el próximo otoño, podamos irnos a la cama antes de la medianoche.

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