Dos textos recientes de Julio Llamazares y Elvira Lindo, titulados respectivamente Tremendismos y ¡Viva la cultura! han recordado a este cronista lo que pudo ser una catástrofe como el incendio de su casa. Llamazares concluía su texto de esta manera: «Mientras la diversión se identifique con el exceso en cualquiera de sus manifestaciones éste país no será normal». Y en ese desgranamiento figura el petardeo, más, poco o nada controlado, los decibelios bestiales, los descabezamientos de gansos colgados, los excesos etílicos con todas sus consecuencias, las echazones de cabra desde un campanario€

Y esto que podía ser la espuma de esos días de jolgorio es una espuma de esa anormalidad sucia, mal y mar de fondo del detritus tanto de la España oficial como de la real, pues ninguna de las dos es normal, como nos reitera el escritor. De ese detritus forman entre otras desolaciones lo de que cuanto más roban y más les roban más les votan, aunque los aplasten a los que no son de sus élites. Y el novelista con ese bisturí/mantra enumera la picaresca del gran fraude fiscal, el de la incultura casi total€ añadiendo nosotros la impunidad/inmunidad de tantos políticos o aupados por estos, entre tantas desmoralizaciones y mezquindades sociales y económicas.

Y en esa línea de tremendismo ha estado y está afectado este redactor, por ese más que posible incendio debido a la cordá que tiene su epicentro en una placita, donde lo que dicta la más elemental prudencia y racionalidad, es su no celebración allí, por ser en un angulamiento de edificios y, como tal, cerrado. Pero a este incendio que por pelos no se produjo, podríamos añadir otro fuego, el interior y etílico, con comas predominantemente de adolescentes y con un desmadre total, como lo recogió la exalcaldesa en su blog más que indignada y escandalizada, en aquellas fechas del final agosteño. Pero ¡ay! apoyando férvidamente la celebración de la cordá en dicho emplazamiento, con la salvedad de que ya no se celebra en la conurbada Godella, localidad de donde proceden las familias más representativas de la pirotecnia „los Bataller, Bronchú€„ desde hace más de 15 años, así como tampoco en Moncada la otra población vecina.

Y querríamos terminar citando un elocuente párrafo de la crónica de este periódico del viernes 28 del pasado agosto, en el homenaje al que fue coeter mayor paternero, Damián, en palabras del que actualmente los es: «Logró que perviviera la cordá en los años en los que desapareció en la mayoría de los municipios por los problemas que ocasionaban». Más claro agua y más oscuro en Rocafort, o por lo menos para el redactor habiendo otras posibles localizaciones.