Las dificultades económicas y los cambios de hábitos de consumo derivados de modelos importados, están dejando al comercio de nuestros barrios en una situación delicada, como demuestra el paulatino cierre de estos negocios. Revitalizar el comercio de proximidad, sensibilizar a vecinos y vecinas y promocionar dicho modelo de consumo, es uno de los nuevos retos del asociacionismo vecinal. Mantener el tejido comercial en nuestros barrios equivale a tener barrios vivos con buenos niveles de calidad. La intervención de las administraciones públicas es fundamental para eliminar las barreras para que el comercio de proximidad, el especializado o el comercio justo, prospere en cada zona según la demanda existente y para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. La regulación de los horarios comerciales resultará determinante para la subsistencia de estos negocios que, entre otras cuestiones ofrecen estabilidad laboral y conciliación familiar a su personal; revalorizan a los barrios, más seguros y amables; consejo profesional y trato directo que facilita la convivencia; diversidad comercial y una vía de entrada a la pequeña o innovadora producción; o la coherencia con nuestra historia y cultura mediterránea, diversidad frente a la estandarización.

No podemos hacer crecer el comercio de la nada porque es la propia dinámica urbana la que inicia este proceso, tampoco podemos decidir qué tipo de comercio va en cada zona, porque lo más probable es que fallemos respecto a las preferencias de la ciudadanía. Pero sí podemos tener en cuenta que el comercio es uno más de los lugares de encuentro público, uno más de los elementos de la gran red que conforma pueblos y ciudades en sus relaciones, y como tal, fomentarlo de mutua reciprocidad favorecería enormemente la sostenibilidad de nuestro entorno.

Nos entristece que cuando se trata de potenciar y promocionar ese tipo de comercio desde las administraciones públicas, las mismas instituciones establecen medidas que van en dirección contraria y posibilitan otros modelos de consumo que están en las antípodas del pequeño comercio de barrio. No bastan plataformas de comercio y entidades locales o autonómicas. Las organizaciones ciudadanas legítimamente interesadas, como las vecinales y de consumidores, queremos cogestionar el rediseño de una nueva red de comercios para nuestros barrios, capaces de generar sinergias entre el tejido comercial del barrio, del distrito, del pueblo o de la ciudad, porque no podemos permitirnos el lujo de ir perdiendo los posibles efectos multiplicadores de un proceso de compra reflexivo, de disfrute del entorno, de cultura y de crecimiento.