No es la primera vez que lo planteo (Los españoles y el artículo 99; Levante-EMV, 28-11-2014). El artículo 99 de la Constitución de 1978 permite que la soberanía del pueblo español sea compartida por una persona, Felipe de Borbón, que no se presenta a las elecciones. Esa persona propone de forma unilateral a los diputados un candidato a la Presidencia del Gobierno. El artículo prevé „¿en qué estarían pensando?„ la posibilidad que este candidato no tenga el apoyo de la mayoría simple de los diputados. A partir de ese momento y siempre de forma unilateral, la misma persona tramita sucesivas propuestas. Si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría simple, transcurridos dos meses de intentos, esa persona que no se presenta a las elecciones disuelve las dos Cámaras y convoca „«convocará» dice el artículo„«nuevas elecciones con el refrendo del presidente del Congreso».

En mis anteriores escritos sobre el artículo 99, y para mostrar la soberanía compartida de los representantes del pueblo español con un particular, planteaba el supuesto de la contradicción entre un rechazado candidato constitucionalista del rey „nombrémosle ya por el cargo litúrgico con que le envuelven„ frente a la de otro candidato no constitucionalista que, pese a tener la mayoría simple de los diputados, por razones de Estado „del surgido en el 78„ el rey no propondría; ninguna ley le obligaría. El artículo 99 se habría diseñado como última barrera legal para salvar a la España pactada en 1978 de sus detractores en el Congreso de los Diputados.

Pero parece que no es el caso actual. Pablo Iglesias, republicano y que acepta un referéndum de autodeterminación para Cataluña, no tiene la mayoría simple del Congreso. Pero si la tuviera y al no ser presumiblemente el candidato del rey quedaría probado que la soberanía del pueblo español está, con el artículo 99, neutralizada por una persona que no se presenta a las elecciones. El rey no podría imponer su candidato constitucionalista, pero el candidato de la mayoría republicana y autodeterminista, tampoco podría ser elegido pues nunca sería propuesto. El rey, con este artículo, puede neutralizar una mayoría no deseada.

Pero decimos que no es el caso. La situación actual es que „al parecer y debido al carácter cainita y guerracivilista carpetovetónico„ ningún diputado del Congreso tiene la mayoría simple. Lo que no sabemos es si un candidato que no fuera diputado la tendría. La actitud de Mariano Rajoy resistiéndose a presentarse, porque sabe que no cuenta con la mayoría de la Cámara, es objetivamente respetuosa con los representantes del pueblo español. No se quiere prestar a ser el candidato particular del rey. Una figura que los diseñadores de la Constitución del 78 „última ley fundamental concatenada con las anteriores, desde la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947„ han ungido con el poder necesario para neutralizar, con el artículo 99, a los enemigos de la España indisoluble, indivisible y „patéticamente„ imperial: la España política y metafísica nacida en 1812.