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Trompazos al patoso Donald

El patoso Donald Trump le acabará abandonado incluso su desodorante. Convertido en el mejor jefe de campaña que su rival podía soñar, el empresario se ha empeñado en despeñarse a plazos con apariciones que van de lo chulo a lo chusco a velocidad de vértigo. A este paso no se descarta que incluso la cara más dura de la derecha de Hollywood como Clint Eastwood (¿nada tiene que decir el director de El francotirador sobre los desprecios de su candidato a un soldado muerto en combate?) llegue algún a alistarse en las filas de los que prefieren una derrota republicana a ver a un sujeto como Trump jugueteando con el maletín nuclear.

Son varios los nombres de capital importancia en el ala conservadora que dan la espalda a Trump (con cuidado al hacerlo, claro) por sus delirios de torpeza. Es insólito que haya tanto republicano pidiendo el voto para los demócratas, lo que hace frotarse las manos a quienes defienden la tesis de que Trump es un borrico de Troya puesto ahí por los maquiavélicos Clinton. La lista impresiona: Brent Scowcroft, exasesor de seguridad nacional de George H. W. Bush; Richard Armitage, exsecretario de Estado adjunto de Bush hijo; Hank Paulson, exsecretario del Tesoro de este mismo presidente; Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York; Meg Whitman, directora ejecutiva de Hewlett Packard... Y ahora, Warren Buffet. Un empresario emblemático. Una de las mayores fortunas del mundo. Toda una institución entre quienes manejan el cotarro económico en el imperio, aunque no se le puede catalogar como simpatizante republicano dada su afinidad con Obama.

El inversor más respetado de Wall Street desafió a Trump a hacer pública su declaración de la renta, a lo que el candidato republicano se niega porque, dice, está en proceso de auditoría. Buffet se ríe de esa excusa de mal pagador: «Yo también estoy en proceso de auditoría y estaría encantado de citarme con él en cualquier sitio, a cualquier hora, antes de las elecciones... Yo llevaré mi declaración, él puede llevar la suya... y dejamos que la gente haga preguntas sobre lo que hay ahí». Ahí le duele.

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