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Bloqueos

Si resulta tan difícil explicar el bloqueo político es porque en realidad proviene de una constelación de bloqueos. Empecemos por el de Ciudadanos, tan aferrado a su centro político que no se mueve a derecha ni a izquierda para no perder la silla. Encima le atenaza la duda invencible de si es posible iniciar la regeneración política apoyando a un partido que malamente se puede estar regenerando cuando niega la mayor, o sea, que tuviera dentro la corrupción en estado muy avanzado. Pero el principal bloqueo de Ciudadanos es el de la virginidad (una cosa son los magreos de Andalucía y Madrid y otra distinta hacerlo), pues ya se sabe que ante un tabú bien incrustado en el sistema límbico nunca valen razones.

El bloqueo de Podemos ante la crisis política es el más fácil de entender. Pocas cosas hay tan disculpables como las dudas sobre la propia personalidad del joven, al que encima el senior suele acosar preguntándole con mal gusto qué quiere ser de mayor, y canturreando el estribillo «si es que no saben lo que quieren». Podemos ha sufrido, además, su primer gran desengaño amoroso con la masa electoral, después de que ésta le pusiera muy pero que muy caliente, haciéndole soñar incluso con un tálamo en Moncloa tras el asalto al palacio de la casta. Rehacerse de esos fracasos en la adolescencia lleva su tiempo, y, aunque éste al final todo lo cura, entretanto el rechazado se muestra bloqueado y como metido en sí.

En el bloqueo del PSOE ante la crisis política hay algo de generacional (vieja guardia versus jóvenes mal clonados), algo de regüeldo de la historia (aquel viejo asunto de las dos almas del PSOE) y algo de parálisis subsecuente al castigo recibido (ya no sabe uno qué hacer para recobrar el amor perdido de la gente), pero todas esas contracturas toman cuerpo en Sánchez, un candidato surgido del frío de un organismo que iba a toda prisa para cadáver, y de quien no se sabe todavía si tendrá en la política un futuro mejor que el que le deparó el baloncesto. ¿Podemos jugarnos el resto (muy menguado) a esa última carta dejando que Sánchez decida?, se pregunta el PSOE, y no se atreve a decir sí; ignorando que si dice no, o no sabe/no contesta, en cuatro días ya no habrá resto.

Desde que hay democracia en España, los grandes partidos, si no alcanzaban la mayoría absoluta, han logrado evitar el bloqueo pactando con los partidos nacionalistas. O sea que la actual crisis se explica también por el bloqueo de éstos, que desde que han engordado haciéndose soberanistas ya no pasan por el aro para después pasar la gorra (aunque al final nunca se sabe). Añádase que el soberanismo es, por si mismo, un bloqueante, pues las distintas recetas de los partidos para tratar esta dolencia de la unidad de España los separa de forma irremisible. Encima los nacionalistas también están bastante bloqueados, pues todo el que toma una pose heroica se queda envarado como una estatua.

En el bloqueo del PP se juntan dos, el de Rajoy y el del PP. El de Rajoy no creo que venga sólo del legítimo gusto del culo al sillón, sino de que en el fondo no se explica por qué no se le quiere, tras habernos salvado de la bancarrota. Quizás no entienda que cuenten también otras cosas, como la necesidad de pasar una página de corrupción casi masiva en la que miró con tal fuerza hacia otro lado que se le formó la contractura. En cuanto al bloqueo del PP, viene del propio Rajoy, sin dejar que crezca a su alrededor nada por encima de matojo, guiado por su experiencia personal de que no hay sucesor que no asesine al sucedido, como él hizo con Aznar & Family. Al que levante cabeza se la corta, y más si es un leal, que como sabe bien son los peores.

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