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Guastavino, sin localizar

El primer centenario de la muerte del arquitecto Guastavino fue trabajoso, desde que le hice la propuesta inicial a Font de Mora (entonces conseller) hasta que pasando por la directora general, Concha Gómez, cuajó, y cuando todo estaba encaminado, se desinfló, y en manos del Consorci de Museus se rebajó a un tráiler, una muestra de fotos, eso sí, bien instalada y solo con un díptico manual. Para llegar a esta exposición menguante hubo que hacer muchas antesalas, muchas reuniones y varias propuestas, que acababan siempre en vaguedades. Digamos que el responsable prefirió el fast food y me aparté a un lado, habiendo perdido dos años de trabajos y sacando nada.

En esta serie veraniega de cabos sueltos no podía faltar una mención a este genio de la construcción, empresario, a quien en Boston y en Nueva York sí que dedicaron más recientemente una gran muestra, lamentablemente sin el catálogo que merecía, según nos aclaró por correo electrónico su comisario. Entre ambas celebraciones intentamos que la exposición de fotos itinerara por la Comunitat Valenciana, comenzando por Torreblanca, dado que la madre del arquitecto era de allí, él pasaba temporadas en este pueblo de la costa castellonense y conservó las relaciones incluso después de triunfar allende los mares. Se presentó el proyecto, se negoció, se habló con la entonces consellera, Lola Johnson. Prometió ocuparse, como en otros casos. También en el Consorci de Museus el responsable dio el visto bueno. Pasaron los meses, pasaron los años, sin respuesta oficial ninguna. Un técnico se asombró de esta extraña conducta del equipo de la casa. Y hasta hoy no se sabe exactamente si fue marasmo o si no se encontraba el material en los almacenes. Y de quién es su propiedad.

Acabo de asistir en Torreblanca al V Festival de Música, que tuvo un nivel muy alto y una asistencia asombrosa en sus tres noches, como bien pudo ver Manuel Muñoz, el subdirector del Palau de la música, que gozó con el recital de arias y romazas. En estos días allí están de fiestas siguiendo la tradición. El festival ha encontrado arraigo gracias a la fundación Amadeu Fabregat Mañes. Y ya piensan en el del año próximo. Todo hay que hacerlo con mucho adelanto en este campo.

Cerca de allí se encuentra el parque natural de la Serra de Irta, algo que creo que decidió en su momento Rafael Blasco. El ministerio correspondiente hizo uno de los mejores paseos sobre la costa que existen y que ahora necesita ya restauración, desde Alcalà de Xivert a Alcossebre y Les Fonts. En ese paraje existen varios ejemplares de las construcciones que inspiraron a Guastavino, llamadas casetes de volta porque tienen una bóveda de cañón con ladrillo visto sin nervios ni contrafuertes. En los estudios que publicó el MOPU, cuando hizo una exposición en Madrid, se hablaba de esta gran influencia local en el genio internacional. Desgraciadamente si hay una restaurada, encontré varias en ruinas. Avisé a Cultura y uno de los responsables debió tomar nota y echarla al mismo cajón que la propuesta de itinerancia de la exposición. No sé que hayan hecho nada por protegerlas, ni siquiera una visita al lugar o encargar un estudio.

Estas resistencias, o este meninfotisme oficial de quienes han detentado casi todo el poder durante años es una vergüenza. Bastante tenían con acumular encargos y cobrar comisariados dispendiosos. A ver si ahora algo cambia.

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