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La voz que no se calla

José: «Tengo un casi amigo que casi se ha enamorado de la asistenta de voz de su teléfono casi inteligente. Él también lo es (inteligente), así que doy por sentado que no es una tontería. Me cuenta que cuando está solo por las noches le pregunta cosas a la chica con voz (Sara, la llama) de lo más diverso, le pregunta por el tiempo que hace en Moscú o Tokio, dos lugares a los que siempre quiso ir pero nunca se atrevió a hacerlo, o cómo está la bolsa o qué se estrena el viernes en los cines. Me dice que es un placer hablar con alguien que te escucha siempre y que tiene una respuesta para todo, aunque a veces se equivoque y en lugar de contarte cómo acabó el Madrid te suelte que un huevo cocido tiene 80 calorías.

Lo malo es que es muy enamoradizo e impaciente, se animó a escribir una nota al dictado y lo que empezó siendo un juego acabó convertido en un relato erótico del que me dejó leer sólo unas palabras, y en verdad que era de alto voltaje. Le pregunté si había visto la película ´Her´, en la que un hombre con problemas de sociabilidad se enamora de una voz virtual, y él me dijo que la vería esa noche y que me diría luego lo que le parecía, pero de eso hace ya una semana y no me ha llamado ni responde cuando lo llamo yo.

Empiezo a temerme lo peor y le imagino tumbado en la cama con su móvil cerca de los labios, preguntando si nació Platón, qué es la mitosis o si hace mucho viento, pidiendo que reproduzca su canción favorita o que compruebe si tiene correo nuevo o a cuánto está el Nasdaq, rogando que nadie le moleste o que le recuerde que mañana deba llamar a... Tal vez sea feliz así, compartiendo su soledad con una voz de mujer que nunca le dirá adiós, como hizo Yolanda con él hace ocho años, que no se irá de este mundo a traición, como su padre, que no le exigirá más de lo que puede dar ni le dará menos de lo que puede necesitar».

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