Durante los últimos meses hemos sufrido una oleada de secuestros virtuales o falsos secuestros. Seguro que muchos de los lectores han escuchado un audio de un joven que cuenta cómo su madre ha recibido una llamada telefónica de un número extraño, diciéndole que tenían a su hija, urgiéndole a pagar una elevada suma de dinero por su vida. Literalmente: «Diez mil euros o te la enviamos a pedazos».

Eso es esencialmente lo que buscan y tratan de hacer con nosotros: urgirnos. Anularnos. No dejarnos pensar, impedirnos razonar con la lógica, y procurar que nos dejemos abatir por los nervios. Es tal el ataque psicológico, que algunos instintivamente acceden, movidos por un sentimiento de supervivencia y apego hacia nuestro familiar falsamente secuestrado. A continuación trato de dar una serie de consejos para saber qué debemos hacer y decir y qué no.

Primero, no es baladí comentar que las llamadas suelen provenir de números que se localizan fuera de España. Sin embargo, tampoco sería muy extraño recibirla de un número móvil español. Cuando recibimos una llamada así, lo primero que debemos hacer es tratar de ponernos en contacto con la persona que supuestamente nos dicen tener secuestrada. A través de otra persona, de otro móvil, como sea. No está de más comentar, aunque parezca obvio, que resulta útil avisar a algún familiar o amigo para que se ponga en contacto con la policía, que será quien mejor podrá asesorarnos.

Si esta puesta en contacto con el familiar supuestamente secuestrado es infructuosa, que no cunda el pánico. Tenemos una ventaja sobre ellos: sabemos como juegan con nuestra mente y nos tratan de abatir psicológicamente. Por ahí vamos a contraatacar con la mejor arma: la lógica. Cuando nos digan que tienen a determinado familiar nuestro, daremos un nombre falso. Me explico: si nos dicen que tienen a nuestro hijo (si es que tenemos, ya que en caso contrario colgaremos directamente e interpondremos la denuncia), daremos un nombre de éste que no sea el verdadero. Si incorporan el nombre falso que acabamos de dar en sus amenazas, podremos deducir que se trata de una farsa.

Si, por el contrario, nos llaman ya diciéndonos el nombre real de algún familiar, la cosa cambia, pero seguiremos usando el arma de la lógica. Nos van a apremiarar tratando de que hagamos el pago a través de vías de difícil rastreo (transferencias, envío de dinero internacional€). Lo que tenemos que proponer es el pago en mano. Nunca aceptarán pago en mano, puesto que se desmontaría toda la farsa que han urdido, al ver nosotros que no hay familiar. Si realmente fuera un secuestro real, lo que nos pedirían sería dinero en metálico y en mano, y nunca por transferencia o envío.

Quiero recalcar especialmente lo que bajo ningún concepto debemos hacer: dar datos personales reales ni direcciones. Nunca. Cuanta más información tengan, más peligro corremos, y mejor es la trama que pueden elaborar en un futuro. Nunca diremos nuestra dirección de casa, ni de trabajo, ni daremos otro número de teléfono o vía de contacto. Nunca olvidemos que nuestra mejor arma es la lógica y no la amenaza, y esto es precisamente lo que les produce pánico: que pensemos.