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José Sierra

Sin freno a las emisiones de CO2

El Gobierno ha avanzado a la Comisión Europea que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero en 2015 superaron los 339 millones de toneladas equivalentes de CO2, con un incremento respecto al año anterior del 4,2 %. Es el segundo año consecutivo en el que se produce un incremento de las emisiones desde que en 2008 descendieron debido, ahora está claro, a la crisis económico, aunque hubo quien sacó pecho entonces hablando de las acertadas políticas del Gobierno.

Se trata de cifras oficiales, elaboradas por el propio Gobierno y remitidas también oficialmente a la comisión Europea, que como bien sabemos, no lleva nada bien que la engañen manipulando las estadísticas. Así que mejor las damos por buenas, es decir, por malas; por muy malas. El aumento sitúa a España a la cabeza de la Unión Europea en el incremento de las emisiones respecto a 1990, año tomado como referencia en el Protocolo de Kyoto, y sitúan al país como un socio internacional muy poco serio, lejos de ese arquetipo de país cabal y creíble en la esfera internacional que pregona nuestro Gobierno. Pues no; es obvio que no somos de fiar y que nuestra firma en un tratado internacional o los compromisos con los socios europeos valen menos que la tinta con la que se firman. Europa lidera la lucha contra el cambio climático y ese es un compromiso serio del que España no se puede desmarcar alegremente sin consecuencias, incluso económicas.

Por otra parte, el aumento del 4,2 %, que descansa mayoritariamente en el incremento debido al sector energético, con un + 17 %, evidencia el fracaso de las políticas de reducción de emisiones puestas en marcha por el Gobierno, si es que alguna vez existieron. Lo que vemos ahora avalado por las cifras es la consecuencia del apoyo a la quema de carbón, el boicot a las renovables y bloqueo del autoconsumo, una política de transporte basada exclusivamente en la carretera, etc. Y sí, este cambio climático que España está contribuyendo insolidariamente a consolidar es el mismo que nos traerá las nefasta consecuencias que la comunidad científica anticipa. Claro que Trump dice otra cosa.

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