La manifestación como antídoto contra el aburrimiento; como artículo de lujo; como tarea para valientes; como utopía; como dificultad suma y último extremo. Aquí no se manifiesta nadie, mientras dure la canícula, si el asunto no es de vida o muerte. Y el asunto del día claro está que no lo es. Únicamente se trata del decoro de los políticos y acaso la recuperación económica del país „la recuperación moral necesita un milagro„ y el significado mismo del término España. Porque una vez hecho el ridículo de votar dos veces, y asomado al bochorno absoluto de necesitar una tercera, el vecindario no acaba de sentir la contrariedad mínima que requiere una manifestación.

La cerveza tira mucho, y las chanclas, y el aborregamiento en playas y paseos, y las cortísimas vacaciones de nuestro atraso laboral. Quizá en invierno, cuando el ocio es poco y, sobre todo, malo de combatir; cuando escaquearse para vociferar contra la injusticia es conforme a derecho; quizá entonces podamos ver alguna muestra de indignación. Pero ahora no. Ahora el personal está muy ocupado en la grave tarea de acicalarse y refocilarse, de tostarse y de cebarse, de trasladarse y repantigarse. ¿A quién le importa el Congreso, y el Senado, y la política, y el gobierno, y las urnas, y el desprestigio internacional habiendo neveritas que llenar, calorazos que afrontar, vanidades que satisfacer y langostinos que deglutir?

La sombrilla está para el sol y para los problemas, así que no busque nadie patriotas entre las multitudes que se arraciman a la orilla de los mares, ni seres conscientes, ni percepciones intelectuales de ningún tipo. Es el paréntesis del jolgorio y la carcajada, de la evasión y el aturdimiento, de la sangría y las pipas. Tiempo habrá, y de sobra, para las protestas. Ya vendrán el otoño y el hastío, y las excusas para salir de casa, y los desahogos de humillaciones oficinescas y complejos personales. La política es, para el español, un pretexto más, un mero instrumento en su circunstancia particular. En la nación de naciones, en la cuna del individualismo, no es ahora momento de manifestarse.