Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La pareja en llamas

Pedro: «Esta es una historia de final triste pero agrio. ¿Es eso posible? Sí, lo es, porque todos los finales son siempre tristes pero dependiendo de cómo se llegue a ellos pueden ser amargos o dulces. Los protagonistas son mis padres. Vivieron sesenta años juntos más siete de noviazgo, cuando ser novios era una especie de entrenamiento sentimental cargado de obstáculos y condiciones. Mi padre era de buena familia, quiero decir adinerada, aunque estaba llena de malas personas, y mi madre tenía sólo a sus padres, emigrantes que bastante tenían con sobrevivir.

Lucharon contra viento y marea y terminaron casándose y teniéndome a mí. No exagero si digo que se pasaron toda su vida discutiendo. Y varias veces a lo largo del día. Se peleaban por cualquier tontería y cuando se daban la espalda ya se habían olvidado del motivo. Pero de vez cuando, con periodicidad digamos semanal, había una discusión mucho más virulenta, una batalla en toda regla en la que se gritaban y, en ocasiones, llegaban a tirarse cosas a la cabeza. Una vez, mi madre le arrojó mi pistola marciana a mi padre y se rompió en mil pedazos. Me la sustituyeron por una nave espacial que se habían negado a comprarme porque era demasiado cara. Cuando esas explosiones domésticas llegaban a un punto peligroso, uno de los dos recurría a una solución de emergencia: imitar el sonido de un extintor soplando ruidosamente para apagar el incendio metafóricamente. Era la forma de decir: hasta aquí hemos llegado, volvamos a la tranquilidad.

Cuando conocí el truco, yo mismo hacía las veces de extintor porque, aunque sabía que esas peleas no minaban lo que sentían el uno por el otro, siempre temía que el día menos pensado se dijeran algo demasiado doloroso, algo irreparable. Siguieron discutiendo y apagando fuegos durante el resto de su vida (aunque cuando me fui de casa me perdí la mayoría) hasta que, hace tres años, la nicotina acumulada dictó sentencia. Mi padre murió una cálida mañana de invierno. Ella se apagó dos días después».

Compartir el artículo

stats