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Sofá olímpico

Cada cuatro años se produce el milagro. Somos capaces de entusiasmarnos con la halterofilia o el piragüismo si hay medalla española de por medio. Durante los Juegos Olímpicos aprendemos, oímos y leemos nombres de deportistas que salen del anonimato repentinamente, robándole tiempo y espacio mediático a los futbolistas millonarios, sus peinados y tatuajes.

El fenómeno dura poco pero es portentoso cómo en la sobremesa de agosto, entre paellas y gin tonics inmortalizados en redes sociales, se deslizan preguntas sobre el horario del bádminton o la natación sincronizada, anécdotas sobre los sacrificios de una madre medallista o historias de superación y coraje no solo protagonizadas por Rafa Nadal.

El prodigio es digno de elogio y aún se sustenta mínimamente sobre las cenizas y el espíritu de Olimpia y el barón de Coubertin. Así, durante poco más de dos semanas, algo iguala a Hombre rico y hombre pobre en una competición televisiva y planetaria. Por una vez los tenistas y los campeones de ping-pong no están tan lejos y compiten por el mismo trofeo en forma de medalla. Los ídolos mundiales del atletismo y la natación, Usain Bolt y Michael Phelps, comparten vivencias en el estadio y la piscina con cientos de héroes anónimos y esforzados que volverán la semana que viene a alejarse completamente de los focos públicos, en muchos casos para siempre. Atletas millonarios y publicitados junto a deportistas que apenas reciben nada por entrenarse y a los que puede sonreír su minuto de gloria planetario no solo por sus gestas. También hay lugar para las historias humanas de un nadador gordito, una amazona compasiva, una jugadora de vóley playa musulmana cubierta de pies a cabeza o un tronista de «Mujeres y Hombres y Viceversa» con medalla olímpica.

NO SÓLO FÚTBOL. Ciertamente, el horario brasileño condicionado por la televisión norteamericana no ha ayudado a los aficionados de sofá españoles a seguir estos Juegos y ha obligado a trasnochar a los más fieles. A Teledeporte le ha servido para batir sus récords de audiencia y a La 1 para demostrar que aún puede ser líder si paga el alto precio de un evento como éste.

TVE se habrá esforzado, aunque no siempre ha acertado en la selección de las pruebas para emitir en directo. Y eso en la era de la inmediatez y Twitter se paga caro en prestigio. Aunque para chapuzas las de los organizadores de Río 2016, que han logrado involucionar en el mejor escaparate mundial para Brasil, también en la calidad de la transmisión técnica televisiva. A pesar de todo, fue bonito mientras duró. Ya empieza la liga y a partir de mañana prácticamente todo volverá ser fútbol.

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