El nombramiento de María Such como directora general del Instituto Valenciano de las Mujeres y por la Igualdad de Género ha despertado algunas críticas poco fundadas, habituales entre quienes acostumbran a despreciar a las mujeres cuando ocupan cargos relevantes. Incluso el modo de dirigirse a ellas queda impregnado de ese machismo recalcitrante, impropio en una ciudadanía ilustrada, profiriendo expresiones y modos intolerables, como fuera otrora el caso de Arturo Torró, exalcalde de Gandia, dirigiéndose a Diana Morant, actual alcaldesa, con términos como «xiqueta» y «cariño». También cabe señalar que la juventud de ambas juega en su contra en el imaginario popular arcaico, cosa improbable tratándose de un hombre joven, al que atribuirían virtudes de toda índole, sobremanera intelectuales.

Por lo que se refiere a mi postura, la llegada de María Such al Instituto Valenciano de las Mujeres permitirá reconducir el engranaje necesario para tomar en serio „de una vez por todas„ el feminismo. Nadie olvide que la vieja derecha abriga un extraño feminismo „Esperanza Aguirre así se define, pásmense„ en tanto que lo confunden con hacer cosas para mujeres. Hay un sector social y político profundamente conservador que desprestigia el feminismo histórico caricaturizándolo, incluso bromeando sobre sus logros y conquistas, riéndose de sus sueños, porque, a su juicio, el discurso feminista ya deviene obsoleto. De ahí que el gran desafío inminente debería consistir en reconducir el diálogo feminista y expandirlo hacia todos los ámbitos en que se forja la sociedad civil. Como bien señala Amelia Valcárcel, el feminismo nace para vindicar lo específicamente humano. La batalla legal sólo llegará cuando ganemos la batalla moral, meta difícil pero no imposible si ejercitamos mecanismos que potencien el caldo de cultivo feminista preparado durante siglos y siglos, pero que, todavía hoy, resulta anecdótico e indiferente en institutos y colegios, universidades, hospitales, fuerzas de seguridad y largo etcétera.

Cuando este quien escribe cursaba sus estudios de Filosofía en la Universitat de València, en el no tan lejano 2000, el feminismo seguía siendo algo residual en nuestra formación académica. La carga lectiva era testimonial. Unas migajas de feminismo, poco más. Han pasado los años y también la Universidad Jaume I de Castelló despunta en feminismo, de ahí su oferta de dos másteres. Pero a pesar de este avance intelectual, ¿qué nos indica la realidad inmediata? Sería osado trazar la hoja de ruta en este espacio limitado. Sí sé que, al menos en el ámbito educativo, la mayoría de profesorado carece del mínimo rigor intelectual sobre el tema, así como una nula formación, algo que presagia escasa sensibilidad ni estima hacia la igualdad de género. En otra ocasión ampliaremos esta denuncia. A buen seguro que María Such aporta creatividad, compromiso, valentía y apertura de canales de comunicación desde el Instituto Valenciano de las Mujeres. Ojalá germine por fin un radical tiempo de feminismo. ¡Suerte!