La Pequeña Edad de Hielo fue un periodo bastante dilatado en el tiempo en que la temperatura media de la Tierra fue entre 1 ºC y 2 ºC inferior a la actual. Este valor parece relativamente modesto, pero esconde los temibles efectos que tuvieron las bajas temperaturas en la economía y en la mortalidad de las personas. En la Pequeña Edad del Hielo las nevadas a baja altitud favorecieron el comercio del hielo, y se crearon pozos de hielo para almacenarlo durante el verano.

Este periodo anormalmente frío tuvo una duración superior a cinco siglos, y está situado cronológicamente entre 1350 y 1880, según François Mattes. Las temperaturas no fueron constantes dentro de este espacio de tiempo, ni tampoco las precipitaciones, pues hubo fuertes oscilaciones asociadas a cambios en la actividad solar.

Entre 1670 y 1730 tuvo lugar el periodo más frío de la Pequeña Edad del Hielo. Las bajas temperaturas congelaron el río Ebro en Tortosa, entre muchos otros, y se heló el mar Mediterráneo en varias ciudades, como Marsella. A menudo los inviernos tan largos y los veranos lluviosos provocaban crisis de subsistencia, que producían la mortalidad de muchas personas por hambre, ya que se perdían las cosechas de trigo.

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