En estos días olímpicos pasados, mientras en Brasil se hablaba de los atletas más rápidos de la humanidad, otros desde aquí podemos afirmar que conocemos al corredor más lento de la historia. Un Corredor Mediterráneo que lleva en construcción desde hace más de diez años, en proyecto casi veinte y que, a día de hoy, sigue sin ser una realidad.

En agosto, este mes anodino durante el que pasan muchas cosas, pero pocas con importancia, se confirma que el otoño que viene puede ser el de la recuperación económica. Lamentablemente, sin hacer todos los deberes que teníamos pendientes antes de la gran crisis. Uno de ellos era la conexión ferroviaria de todo el litoral mediterráneo, desde Algeciras hasta la frontera con Francia. Y la definitiva unión con Europa a través del ferrocarril, como vienen reclamando desde hace mucho tiempo los empresarios exportadores y con vocación internacional.

El Corredor Mediterráneo se quedó en algo intermedio, lo que conocemos como tercer hilo, pero algo es algo; y así las cosas podríamos comenzar a trabajar reduciendo costes, mejorando nuestra capacidad de distribución y actualizando nuestros sistemas de logística con un medio de comunicación y envío de mercancías que antes no disponíamos. Podría ser, como solución temporal, algo tan básico como estratégico.

Nuestro sector exportador necesita una infraestructura que cuenta con fondos suficientes y si algo echamos de menos es la falta de convencimiento político de los responsables en la Administración. El corredor, este que camina tan despacio, es nuestra puerta al norte de Europa. Es nuestra vía hacia la consolidación de nuestro espíritu exportador.

Somos empresarios que miramos al mismo tiempo fuera y dentro, que entendemos que el mercado no tiene fronteras. Sólo sabe de quién produce mejor a mejor precio y quién llega en el momento justo y necesario. Sin querer echar las campanas al vuelo, sí entiendo que un momento de clara recuperación como al que nos acercamos, no disponer de todas las herramientas es un riesgo grave que raya la irresponsabilidad.

Situación que vivimos en el Corredor Mediterráneo, pero que podríamos extrapolar a las líneas convencionales entre Alicante y Valencia puesto que el tramo de La Encina-Valencia se podría terminar con una pequeña inversión y se reduciría en una hora el tiempo de viaje, vertebrando además la Comunitat. De una vez por todas, si todos estamos de acuerdo, por qué no se ejecuta sin más. Por qué unos y otros se lanzan dardos para esconder culpas y miserias. De las cuitas políticas ya estamos hartos, y queremos pasar a las soluciones ciudadanas. Nuestro corredor no quiere ser el más lento de la historia, quiere ser nuestras alas a un futuro de progreso. Déjenlo correr.