Como representante público y diputado de Ciudadanos quiero felicitar y agradecer la iniciativa del párroco de Onda José García, quien bendijo la unión entre dos mujeres que con anterioridad habían contraído matrimonio por la vía civil. Esta ceremonia para celebrar el amor le ha supuesto al sacerdote la apertura de un expediente por parte del Obispado de Castelló, que entiende que el cura ha contradicho gravemente la doctrina de la Iglesia. El obispo defiende que no se puede bendecir una unión homosexual, aunque sea habitual que en Sant Antoni se bendigan animales, o vehículos en San Cristóbal. Reprochar este gesto del párroco de Onda es contravenir las indicaciones del propio pontífice Francisco, quien recordemos que ya en 2013 se pronunció sobre uno de los grandes tabúes de la Iglesia Católica: «Si una persona es gay y busca a Dios, ¿quién soy yo para juzgarlo?», dijo.

En estos momentos de enorme convulsión y odio en el que en ocasiones se ve envuelta nuestra sociedad, los cristianos agradecemos gestos como el realizado por el cura con esta pareja de mujeres. Hemos de admitir, tolerar y disfrutar que, de la misma manera que ya no existen modelos hegemónicos de familia, tampoco existen formas únicas de amarse. Las personas deberíamos querernos, y punto. La Iglesia, por lo tanto, ha de dejar de lado dogmas y axiomas que van en sentido contrario a ese principio universal. Lo dicho, lo relevante es llegar a quererse, intentar alcanzar la felicidad con quien cada uno desee y, sobre todo, respetarnos los unos a los otros.