Los días 30 y 31 de agosto de 1926 España sufrió un excepcional episodio de lluvias torrenciales que causó numerosas víctimas mortales e inundaciones generalizadas en muchas provincias. Hoy y mañana se cumple, por tanto, el 90 aniversario de este gran suceso de la historia de la meteorología española. Aunque la actividad tormentosa es frecuente a finales de agosto, aquel temporal fue especialmente notable por su carácter generalizado, ya que afectó a gran parte del país, de norte a sur y de este a oeste, con muertos y heridos en una larga lista de pueblos y ciudades, como recoge la prensa de la época. El diluvio generó un desprendimiento sobre la vía férrea en la provincia de Tarragona, causando el descarrilamiento del tren correo que unía Barcelona y Valencia, causando una veintena de muertos y 138 heridos. Pero hubo más pérdidas humanas: en Barcelona perecieron ahogadas al menos 17 personas, 10 de ellas en un vehículo arrastrado por el agua, y en Polán (Toledo), otras cinco fallecieron, también ahogadas, en este caso por la crecida del Arroyo del Prado. Mientras, en Valencia, los miembros de una familia austríaca eran salvados in extremis cuando estaban a punto de ser tragados por las aguas enfurecidas del Turia, junto a cuyo cauce estaban acampados. Un grupo de policías y voluntarios tuvo que jugarse la vida en las tareas de salvamento, en una odisea que conmocionó a la ciudad. En diferentes lugares de Navarra, Aragón, Extremadura, Andalucía, Cataluña, la Comunidad Valenciana, Murcia, las dos Castillas y otras zonas de España hubo más víctimas, así como cuantiosos daños materiales, especialmente en el campo, en una de las efemérides más destacadas de la meteorología española en el siglo XX. Aquellos días de agosto de 1926 una situación meteorológica poco frecuente, con varios centros de bajas presiones actuando sobre la Península, favoreció una gran inestabilidad atmosférica que derivó en inusitada actividad tormentosa, de la que lo más llamativo fue su carácter generalizado. En los boletines meteorológicos de aquellos días aparecen algunos datos de precipitación significativos: 67 litros por metro cuadrado en menos de 24 horas en Tarragona, 59 en Girona, 46 en Jaén, 42 en Barcelona y 39 en Sebastián. Es muy probable que fuera de estas capitales de provincia las cantidades fuesen mucho mayores.