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Matías Vallés

Ciudadanos es gafe

Si quieres fracasar en una investidura, pacta antes con Ciudadanos. Cuesta seguir el razonamiento de Albert Rivera, cuando destaca que cien de las ciento cincuenta medidas firmadas junto al PP ya figuraban en la alianza con el PSOE. Si entonces fueron rechazadas por la mayoría de un Congreso que no difiere dramáticamente del actual, ¿por qué habría de variar ahora su suerte? Y dado que los socios insisten en que el contenido del contrato es el mismo, quienes aplauden hoy con fervor solo demuestran que quieren a Rajoy de cualquiera manera, y a Sánchez de ninguna. Se parecen a quienes etiquetan una mala noticia económica «a causa del brexit», y una buena noticia económica «a pesar del brexit».

Es posible que Sánchez y Rajoy se lleven bofetadas inmerecidas. El socialista se convirtió en el primer candidato que no supera una investidura, tras pactar con Ciudadanos. El popular se convertirá en el primer presidente que no supera una investidura, tras pactar con Ciudadanos. El tamaño fija la atención en los descalabros de PSOE y PP, pero un diagnóstico exigente obliga a analizar el papel del socio común. Tal vez no debieran abalanzarse sobre Ciudadanos como opción única. Por mucho que Rivera insista en que actúa "por el bien de España", enunciado solo al alcance de los grandes dictadores, la realidad le vota en contra. Su entrega religiosa podría empezar por firmar el pacto, en lugar de delegar en un mayordomo. También sorprende que anuncie la cancelación de la alianza el viernes, antes incluso de ejecutarla.

Sánchez declaró ayer «prescindible» una reunión con Rajoy. Dado que el sentimiento es mutuo, nos hallamos ante un excelente punto de partida para alcanzar un pacto sin intermediarios gafes. De hecho, la perplejidad creciente del presidente solo en funciones surge al contemplar la obstinación de 85 diputados socialistas reacios a votarle, porque está acostumbrado a recibir millones de votos de conservadores que también le tachan de prescindible. El secreto de la democracia no consiste en hallar líderes que cautiven por su majestuosidad, sino que asombren por su vulgaridad.

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