Sufriendo los anuncios de coleccionables, no hay duda de que acaban las vacaciones para la mayoría y aparecen los propósitos para el nuevo ciclo, sea curso escolar o temporada televisiva. Antes de los estrenos y regresos de la semana que viene, algunos como Antonio García Ferreras y Ana Rosa Quintana han adelantado la vuelta para abordar este segundo intento de investidura, ella en la única cadena generalista que no modificó ayer su programación para emitir el discurso de Mariano Rajoy. Hace falta mucho más para levantar el Sálvame. Mediaset le deja la política a Javier Ruiz que va a hacer horas extra en Las Mañanas de Cuatro también por las tardes. Pero antes de meterme en la vorágine otoñal, me he dejado vista Strangers Things, la serie de Netflix de la que todo el mundo habla y que han disfrutado 14 millones de espectadores en Estados Unidos. Los ocho episodios se ven en un ay que seduce sobre todo a los miembros de la generación X que tuvimos la suerte de vivir las aventuras de Los Goonies, llorar con E.T. y pasar miedo con Polstergeist o Pesadilla en Elm Street cuando éramos niños. Mucho de ellas hay en esta historia ambientada en 1983, hasta 32 escenas calcadas de estas pelis y alguna más de los setenta.
La serie creada por los hermanos Duffer también ha recuperado a Winona Ryder, aquella chica de las maravillosas Bitelchus y Eduardo Manostijeras, en la que compartía pantalla con su entonces novio Johnny Depp, por cierto, una de las primeras víctimas de Freddy Krueger, engullido por una cama. En la todavía no confirmada segunda temporada, Mike, Lucas, Dustin y Will tendrán que dejar de jugar a Dragones y Mazmorras para enfrentarse al monstruo, el Demogorgon, y rescatar del Mundo del Revés a Once, la niña cuál Carrie con superpoderes telequinésicos. Dicen sus creadores que la continuación se inspirará en películas estrenadas en 1984 como Los Cazafantasmas, Indiana Jones y el templo maldito, Karate Kid o Gremlins. Tendremos que esperar pacientemente en nuestro Mundo del Derecho.
