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Machaquemos a los belgas

A mí a estas alturas ya me da todo igual. Que no invistan presidente a nadie nunca más, que nombren a un rodaballo como candidato de consenso, lo que quieran. Yo desisto. ¿Que toca ir a terceras elecciones vestidos con jersey de renos y gorro de Papá Noel made in China? Pues vamos. Total, no recuerdo cómo vivíamos antes de tener en el horizonte la amenaza de unas nuevas elecciones cada seis meses. Éramos tan jóvenes y teníamos tantos sueños por cumplir la última vez que sucedió... ¡Ay!

De todas formas, con lo adaptados que nos veo a esta incertidumbre parlamentaria, si ahora finalmente se pudiera formar Gobierno casi que me llevaría una decepción. Volveríamos a la fría y áspera rutina, se acabarían los vibrantes días de mítines y besos a bebés desconocidos. Se aprobarían leyes, se aplicarían reformas. Nuestras vidas retomarían su normalidad y tendríamos, a fin de cuentas, que pensar de nuevo en la cercanía de la muerte. ¿Eso es lo que queréis? ¡Claro que no!

Para esquivar la abrumadora reflexión sobre la fugacidad de la existencia humana, lo que nos hace falta es mantenernos siempre en movimiento, en un carrusel interminable de emociones. Más campañas electorales, más días de elecciones, más negociaciones entre líderes, más investiduras frustradas. Y, por supuesto, más discursos soporíferos y más jueguecitos de palabras y pullitas desde el hemiciclo, claro que sí. Seguro que en el fondo ya le estáis cogiendo el gustillo. ¡Venga, alegría! ¡Zarzaparrilla para todos!

Pero tenemos que hacerlo sin cambiar de posición ni proponer nada nuevo, no vaya a ser que nos salgan resultados distintos y se nos acabe la fiesta. El truco está en repetir los mismos acontecimientos una y otra vez, a lo Día de la Marmota. No sé, como performance puede estar bien. Un estudio conceptual a tiempo real sobre los límites del entusiasmo ciudadano por el sistema democrático. Lo rodamos en formato documental y a petarlo en el Festival de Cine de Sundance.

Por otra parte, en Bélgica estuvieron 541 días sin Gobierno, aquí llevamos poco más de 250. Ya que estamos, yo iría a por todas. Un año más votando sin parar y batimos el récord. ¡Os machacaremos, comedores de patatas fritas con mayonesa, amantes de los mejillones, bebedores de cerveza de alta graduación! Si nos esforzamos, si lo deseamos con mucho ímpetu, podemos conseguirlo. De paso, le damos un poco de rock and roll a la Marca España, que la tenemos muy abandonada. Soy español, a qué bloqueo institucional quieres que te gane.

Y oye, a mí el Rajoy en funciones me gusta mucho. Es un señor dicharachero, comenta el ciclismo, felicita a futbolistas por Twitter, acude a reuniones, vacila al personal y mira la vida pasar. Vamos, básicamente lo mismo que hace cuando no está en funciones, pero sin poder ejecutar nuevos recortes salvajes en nuestros tiernos corazoncitos. En esta interinidad eterna tenemos lo mejor de ambos mundos.

Yo solo pido que en cualquiera de los próximos cuatrocientos veintinueve debates de investidura que nos quedan, algún diputado se equivoque y cuando pasen lista y le toque votar en voz alta, en lugar de decir «Sí» conteste «Presente» o «Aquí». Por echarnos una risilla con nostalgia escolar más que nada. El resto pueden organizarlo como les plazca, así de fácil soy de contentar.

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