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Cosas más raras se han visto

Q ue no, que no les voy a recomendar ni criticar la serie de moda del verano, pero el título de «Stranger things» viene al pelo para hablar de unas cuantas cosas extrañas vistas en esta semana de inicio de temporada. Con la nueva temporada hay novedades, pero también mucho reciclaje y algunos fenómenos paranormales. Empezando por el programa de Iker Jiménez dedicado a Pokémon Go. Me sorprendió el anuncio, pero después de ver el arranque de «Cuarto milenio» me he pasado al lado oscuro de los escépticos. Difícil que los fans de las teorías de la conspiración compongan un argumento inquietante con tan pocos mimbres. Por mí, que la nave del misterio regrese a las pirámides o a las caras de Bélmez a darse otra vuelta. Para ver a Pikachu como instrumento de dominación universal hay que ser muy conspiranoico.

Raro también resulta disfrutar del estreno de Cayetano Martínez de Irujo como analista político en «Espejo público». El aristócrata pide a gritos un Gobierno en aras de la estabilidad y lo hace desde su atalaya, definiéndose como un joven empresario. Que sea un rico heredero y terrateniente lo obvia, es archiconocido, pero me entusiasma su elogio de la juventud propia más allá de los 50. Está claro que la edad también es un estado mental y se ha generalizado la huida de la vejez. Incluso de la madurez.

Para madurez y veteranía la de Mercedes Milá, que protagonizó el estreno de «Gran Hermano 17» sin ser ya la presentadora. Da igual, como si lo fuera, en su despedida tuteló y eclipsó a Jorge Javier, su sucesor. Se emocionó en su hasta luego a la audiencia y a sus «niños», esos centenares de concursantes que han llenado más horas de televisión que Fidel Castro en sus buenos tiempos. Ella volverá a Mediaset con un programa de libros.

Lástima que ya no pueda sentarse con Umbral a hablar del suyo o frente a Cela, capaz de cumplir aquella amenaza de aplicarse una lavativa ante la cámara. ¡Qué jóvenes éramos! Entonces los escritores eran estrellas dignas del prime time y a nadie se le hubiera ocurrido bautizar un programa literario con falta de ortografía. Llamarle Convénzeme parece, más que una provocación, una declaración de intenciones. La Milá dice que es por Stephan Zweig, una buena causa.

MUTACIÓN. Con un Vázquez al frente «Gran Hermano» sigue igual: liderando audiencia con un elenco de personajes preparados para liarla en la casa. El primero de ellos parecía un modelo ególatra hasta que se quitó la peluca y mutó en un sensible calvo de experimento sociológico. Cosas más raras se han visto pero ya saben: ni ese programa es de fiar ni Telecinco emitirá el de Mercedes Milá sobre libros.

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