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Hablemos de sexo

Cuidado con las imbecilidades anglosajonas, se infiltran en los delicados tegumentos ibérico-bereberes al primer descuido (es el precio de ostentar nuestro incomparable cutis verde luna). Si la vicepresidenta de Castilla-León es tan buena como dicen todos los grupos de la autonomía, hemos hecho un mal negocio al aceptar su renuncia. Conducir con un par de copas a 170 k/h puede ser digno de reprobación, no lo niego, pero no nos dice nada de la capacidad política de la conductora. A la señora Rosa Valdeón incluso le han obligado a mentir, las pastillitas, ni estas ni otras, no disparan la alcoholemia. Mentir es lo que se hace cuando la gente pregunta lo que no debe, por ejemplo si Bill Clinton y la becaria fornicaron. Multa, a doña Rosa (no a la becaria) y el lunes a la tarea.

Porque el panorama de la política nacional no está para desperdiciar talentos, son mucho más abundantes los tarugos y siesos que no han entendido que los resultados, de hoy, de ayer y puede que de mañana, indican que el electorado no ha perdido del rodo la fe en las viejas siglas (sobre todo en el PP, se nota que son católicos), ni es conversa de las nuevas. Coquetea con la espiritualidad del cambio como los de la new age, lo que significa que hay que pactar más y dejarle las tácticas a Julen Lopetegui, el seleccionador de la única cosa nacional que queda.

Como los políticos no pueden pretender ser ejemplares (modelo anglo) porque no lo suelen ser en ningún sentido, hagámoslos más humanos combinados con sexo. Aquí, teníamos a Alfonso Guerra casi de bígamo instalado y el Rey emérito, mucho antes de la Wittgenstein, ya tenía fama y lauros de «tombeur de femmes». A un diputado ingles le han pillado en un servicio suministrado por una agencia de chicos. Está casado y tiene hijos ¿Y qué? Si eran todos adultos ¿qué pintan los maderos en esa fiesta de penes y popper? Otra cosa es el político francés sorprendido cuando se masturbaba en un almacén de bricolaje, lleno de familias con niños. El político ha reconocido su falta y se le ha invitado a no aproximar los mucosas más preciadas a tirafondos, clavos y serruchos.

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