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Vicente

Sangre caliente

Leía en uno de los miles de tuits que se han publicado estos días a cuenta de la gresca de los socialistas que «queda claro que el PSOE sigue siendo el partido que más se parece a España». ¡Jesús, qué verdad más grande! No sé si será la sangre latina, el sol o la latitud, pero es evidente que nos va la bulla y, si hablamos de la izquierda, ya es para nota. No. No se preocupen. Tras gastar la mayoría de mis neuronas, sin resultados, en intentar analizar con algo de raciocinio lo que está ocurriendo en Ferraz, sería incapaz de dar una opinión sobre la política de este país aunque es difícil evadirse cuando, efectivamente, somos como somos.

En un alarde de oportunidad, el jueves, mientras Pedro Sánchez se encerraba en la sede socialista y borraba a los díscolos de las fotos de la Ejecutiva, el Instituto Nacional de Estadística hacía públicos los datos sobre divorcios y separaciones matrimoniales de 2015. Aunque las cifras han bajado un poco con respecto al año anterior, seguimos siendo uno de los países del mundo con más rupturas de pareja, y no debe ser solo por temperamento porque los italianos son igual de irascibles y allí se divorcian la mitad, aunque es verdad que tienen al Papa cerca.

Quizá es eso lo que necesitamos, un mediador que ponga algo de paz cuando las parejas empiezan a mirarse de soslayo y a lanzarse las primeras pullas. No hace falta que sea el representante de Dios en la tierra; con que evite que se lancen los trastos a la cabeza, puede ser suficiente. No sé... una figura respetada por las dos partes que ponga algo de cordura y que evite una guerra sin cuartel.

Por lo visto es algo que funciona y, de hecho, cada vez hay más consejeros matrimoniales y mediadores para limar asperezas. Los hay que se denominan expertos en resolución de conflictos y, no solo ayudan en los divorcios, sino también en el reparto de herencias, crisis de adolescentes, procesos de emancipación y conflictos vecinales. Tal vez la proliferación ultimamente de este tipo de profesionales sea un síntoma de que nuestra sociedad va madurando, o quizá nos lleva una vez más a la conclusión de que solos no podemos cuando nos da el calentón. En cualquier caso, ser conscientes de que la ira, la falta de reflexión y la insensatez puede acabar con una larga historia de amor, ya es un paso, aunque muchos siguen siendo incapaces de verlo y prefieran dinamitar la relación.

Pero, tranquilos. Según los datos del INE, el 75,9 % de los divorcios en este país son de mutuo acuerdo, lo que abre un resquicio a la esperanza. Eso sí, los matrimonios nos duran una media de 16,2 años, y a eso no llegan ni de broma los socialistas por mucha mediación que busquen.

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