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¿Qué pintamos en Cuba?

Una agenda mejorable y un buen balance final para la expedición caribeña que permitió a Puig huir del lío

Una expedición empresarial valenciana ha cruzado el charco para estar presente por unos días en la isla y ampliar la presencia de nuestro tejido económico allí coincidiendo con el Día de la Hispanidad. Una de las 23 empresas que han integrado la comitiva presidencial -y que exporta su producto a este país desde hace años- es una conocida marca que fabrica pinturas y que lleva años pintando la isla. «Hay mucho que pintar allí», suele afirmar el máximo responsable de Isaval. Otras firmas como Baleària o Air Nostrum aspiran a seguir el ejemplo de los audaces que desde hace algunos lustros han logrado «pintar algo» y que serán premiados por el régimen por formar desde antaño esa relación bilateral. A ese respecto, lo que nos preguntamos tras el largo viaje emprendido y una vez finalizado es qué pintan los valencianos allí y si hay alguna posibilidad real de ampliar nuestros horizontes económicos en un país que está pasando del «período especial» al que le abocó el final abrupto del comunismo soviético a la apertura y prácticamente sin hacer ruido.

Evolución. El régimen comunista cubano está evolucionando a un ritmo lento, pesado, casi siderúrgico, mientras aquí a la izquierda se la obliga a progresar a la velocidad del rayo. Lo que el PSOE o Podemos deben estar viviendo ahora en lo que su Gramsci cataloga como el período de penumbra, aquel tiempo que va de lo viejo a lo nuevo sin que lo antiguo acabe de marcharse. La sombra en el interregno es para esta progresía el ínterin obligado de Rajoy reinstaurado. Ximo Puig -inconscientemente pues la agenda se cerró con mucha anterioridad a que despuntara el Wateerloo socialista- ha conseguido escabullirse de las tinieblas hacia la luz caribeña, aprovechando el tour. Ausentándose de la batalla de Ferraz y «con la que está cayendo», el president ha vivido felizmente estas jornadas. Mientras los Fernández y las armengoles conspiran por reclutar a la tripulación del viraje -del «no» a la abstención- Puig ha tenido la habilidad de borrarse del mapa tóxico imitando -aunque por otros motivos, claro- a los absentistas del 12 de octubre en Madrid: Puigdemont, Urkullu, Pablo Iglesias o Bildu.

Habaneros. Nuestros empresarios fueron invitados a la fiesta de la embajada española. Y se nota que los valencianos entienden de paella porque ni probaron la que cocinó -con verduras- el chef del Meliá en La Habana. En el neoclásico palacete de la residencia del embajador se congregaron 1000 invitados con sus acompañantes que sí que disfrutaron con otras viandas como la empanada gallega, el jamón cortado a mano o un mezclum con sabor a embutido cubano. Aquí sí acertó el cocinero, natural de Ruzafa para más señas. Mientras sus socios de gobierno en el Consell mantienen que España celebra un genocidio cada 12 de octubre, Puig hizo los honores institucionales capitaneando a nuestra patronal, algunos de cuyos representantes están ya muy familiarizados desde hace décadas con el entorno y la internacionalización de su actividad.

Viajes presidenciales. Los viajes institucionales en apoyo a nuestros sectores productivos han dado mucho de sí en la reciente historia de nuestra comunidad. Hubo molt honorables que circunnavegaron el globo acompañando a nuestros patronos contribuyendo a cerrar acuerdos beneficiosos y otras delegaciones que no pasaron del burger king de la entrada a la factoría de turno de la multinacional a la que pretendían agasajar. Ahora esta Generalitat de nuevo cuño se suma por primera vez al carro de la promoción exterior mientras, al tiempo, algún aprendiz de Beria traba de forma sectaria los planes de las multinacionales que se fijan en nuestro territorio para invertir. Curiosa paradoja. Aquí espantamos a los inversores mientras, pongamos por caso, la Comunidad de Madrid se convierte en paraíso fiscal o retribuye vía exenciones a los directivos de la city que escapan del brexit. Bipolar, como mínimo.

Inoportuno. Estos viajes deberían estar exentos de ser manoseados en el lodazal partidario. Los políticos deberían establecer un cordón sanitario a la hora de llevar a cabo sus críticas. Antes y ahora. No todo vale. Isabel Bonig ha vuelto a arriesgar en este caso por despreciar el viaje cubano. Hay cuestiones que deberíamos blindar en la dialéctica de oposición. En este caso se intenta desvirtuar una acción a la que dan apoyo las patronales y las tres cámaras de comercio, en el que participan 23 valientes -empresas- valencianas, algunas de las cuales ya exhiben un tradicional músculo internacional y que viene a avalar la larga tradición cubana que tienen algunos sectores locales como el textil. ¿A quién le puede parecer criticable que la CV busque posicionarse en un momento de apertura?

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