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¿Dónde me pongo en un córner?

La humildad con la que un futbolista debe afrontar cada partido

Se cumplen 35 años del estreno de la más famosa y delirante película futbolera de la historia del cine, la más emocionante, la más imposible porque enfrenta a la selección de la Alemania nazi con una selección aliada, protagonizada por el peor portero del mundo (Hatch, interpretado por Sylvester Stallone), el mejor futbolista negro de la historia (así solucionamos el problema de tener que elegir entre Pelé, Di Stéfano, Maradona y Messi), un gran actor con gran barriga (Michael Caine) que además es capitán del equipo aliado (Colby), un puñado de famosos futbolistas retirados o en sus últimos días en activo (Bobby Moore, Ardiles, Deyna) y otro puñado de futbolistas del Ipswitch Town, dirigida por el mismo tipo (John Huston) que firmó obras maestras como "El halcón maltés" o "El tesoro de Sierra Madre" pero que sabía tanto de fútbol como Donald Ttrump de ética kantiana, inspirada en unos partidos de fútbol entre jugadores del Dinamo de Kiev y equipos nazis que puede que nunca hayan existido (o puede que sí), con un partido sin pies ni cabeza rodado en un estadio de Colombes lleno hasta la bandera (50.000 espectadores) de un público que cantó "La Marsellesa" con tanta emoción como los clientes del Rick´s Café en "Casablanca", con un nazi bueno (Karl Von Steiner, interpretado por Max von Sydow) lo bastante ingenuo como para creer que los países deberían resolver sus diferencias en un campo de fútbol y un nazi malo (Helmut Baumann, interpretado por Werner Roth) que insiste en meter goles a los aliados y mirar mal al pobre Hatch, con un resultado de esos que gustan a los aficionados (4-4) y que nadie esperaba después de que la primera parte terminara con la victoria nazi por 4-1 (eso sí que es una remontada, no lo que nos venden ahora cada vez que un equipo tiene que "remontar" un 1-0 en el partido de ida en Liga de Campeones), pitado por el árbitro más parcial que cabe imaginar, recordado por la chilena más perfecta que pueda ser rodada a cámara lenta (a cargo de Luis Fernández, es decir, Pelé) y que todos los viejos futboleros hemos intentado reproducir en un partidillo jugado en la playa. Se cumplen 35 años de "Evasión o victoria" o, lo que es lo mismo, 35 años desde que Hatch, portero por accidente, formuló una de las preguntas fundamentales del fútbol: "Colby, ¿dónde me pongo cuando tiren un córner?".

"¿Dónde me pongo?". Esa pregunta expresa la humildad con la que un futbolista debe salir al terreno de juego en cada partido, se llame como se llame ese futbolista (Ronaldo o Hatch), juegue en el equipo que juegue (Fútbol Club Barcelona o Unión Club Ceares) y dispute la competición que sea (Mundial de Fútbol o partido anual de solteros contra casados en un camping). Es curioso que sea precisamente Hatch quien plantee esa pregunta porque, según cuenta Carlos Marañón en su imprescindible libro "Fútbol y cine", que estudia con conocimiento y alegría las relaciones entre el fútbol y la gran pantalla, Stallone no sólo se mostró arrogante y despectivo durante el rodaje de "Evasión o victoria" sino que, atención, apostó mil dólares con Pelé (¡con Pelé!) a que paraba cinco de los diez penaltis que el brasileño le tirase. Stallone no paró cinco penaltis. Ni cuatro. Ni tres. Ni dos. Ni uno. No paró ninguno. Además, el actor que acababa de rodar "Rocky" y pronto encarnaría a Rambo en "Acorralado" se rompió un dedo con uno de los balones de cuero con que se rodó la película. Pero no confundamos a Hatch con Stallone. Creo que muchos futbolistas deberían mantener siempre la humildad de Hatch y no dejar de preguntar siempre "¿dónde me pongo?". El delantero Pellè, por ejemplo, expulsado de la selección italiana por negar el saludo a su seleccionador y, de paso, insultarle, necesita ver "Evasión o victoria" y tatuarse en el brazo la pregunta de Hatch. Seguro que esos futbolistas que, como Pellè, se creen más importantes que el equipo y faltan al respeto a sus entrenadores y a sus compañeros cuando ponen caritas al ser sustituidos y se comportan como niñatos consentidos cada vez que alguien les pone en su sitio, se mearían en los pantalones si tuvieran que intentar parar un penalti injusto en el último minuto al delantero más fiero de la selección nazi.

¡Ah! En un córner, el portero debe colocarse en el segundo palo, mirando hacia el balón.

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