Antes que nada, entono mi «mea culpa»: yo también practico el pecado del título, o sea que nadie interprete que tiro la primera piedra, es sólo una reflexión que me entristece más que otra cosa, porque me lleva a la conclusión de que nada va a cambiar. Cada uno elegimos y vemos o leemos los medios de comunicación que nos confortan, los que son de nuestra cuerda, los que nos masajean placenteramente nuestras convicciones ideológicas, y por eso nunca nos explicamos cómo el mundo no gira en la dirección que nos gustaría. Cualquiera diría que ya va siendo hora de empezar a cambiar, ¿no?, de ver qué piensan los otros e intentar entender la realidad. Pues no, yo a lo mío y con los míos.
Esta misma semana, con los megajuicios de la «Gurtel» y las «Tarjetas Black», los comentaristas más progresistas se hacen cruces preguntándose cómo es posible que el PP siga teniendo tantos votantes. Todos nos lo preguntamos, inundamos las redes exclamando indignados: «¡Y ahora vais y los votáis otra vez!».
Bueno, pues no hace falta que nos lo preguntemos más. Los que leen nuestros «posts», «tweets», etc. piensan igual que nosotros. Puro onanismo. Los votantes del PP ni por asomo ven los mismos informativos que los del PSOE, ellos se dirigen a sus medios preferidos, desde donde les hablan de las terribles fechorías de esos rojos pusilánimes que son capaces de lanzarse en brazos de los ultra-radicales de Podemos, con tal de que no gobierne su partido preferido (aunque parece que ahora serán «buenos» y eso no pasará). Se aplica el principio «todos son la misma porquería, pues que gobierne Mi porquería».
Y los programas de debate no cuentan, la mayoría de los tertulianos son tan histriónicos que allí no debate nadie, sólo gritos y otra vez el «yo lo mío y tu lo tuyo». Me pregunto: ¿Por qué no existe un periodismo verdaderamente imparcial? ¿Será que lo que vende es la confrontación? Pero también sé la respuesta, no soy tan ingenuo, hay muchos intereses económicos detrás de los medios de comunicación. ¿Es para entristecerse, o no?
