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Maneras de decir sí

Debaten angustiados los socialdemócratas cómo decir "sí" a Mariano Rajoy de modo que parezca un "no", aunque en realidad sea una simple abstención. Tan intrincado problema lo resolvería en un pispás el propio Rajoy con uno de sus famosos encogimientos de hombros; pero el mentado político tiene contrato con el PP y no es cosa de que sus rivales vayan a ficharlo a estas alturas. Mucho es de temer que la dirección del PSOE deba arreglarse con lo poco que tiene en nómina.

Ni siquiera hay que acudir a las ambigüedades galaico-florentinas del presidente para salir del trance. Aunque padezca fama de tosca, la política española ha dejado ejemplos de sutileza muy apropiadas al caso que nos ocupa, como la famosa frase atribuida al Conde de Romanones: "He dicho que nunca jamás; al menos, por ahora". Más modernamente, Felipe González hizo idénticas y exitosas filigranas verbales con su propuesta: "OTAN, de entrada, no". De salida, naturalmente, fue que sí.

Estas son algunas de las muchas variantes de la negación afirmativa que puede usar un político, aunque tales agudezas no estén al alcance del pensamiento de Barrio Sésamo que caracteriza a la llamada nueva política.

El anterior mandamás Pedro Sánchez, un suponer, quedó encallado en su frase "No es no", que es pura tautología y abunda en la redundancia propia de los niños. O de los entrenadores como aquel memorable Vujadin Boskov que resumió el balompié en una breve sentencia: "Fútbol es fútbol".

Derrocado el tenaz Sánchez de piñón fijo, los notables de su partido trabajan ahora en una nueva forma de abstención que equivalga a un sí aunque no lo parezca. Sobra decir que tal empeño solo está al alcance de un Giulio Andreotti, al que sus colegas motejaban con el título de "El diablo" por las artes ciertamente demoniacas que le llevaron a ocupar en siete ocasiones distintas la jefatura del gobierno italiano.

También valdría a estos efectos un político natural de Galicia, donde la gente goza -o padece- fama de pensar en una cosa y su contraria a la vez, mientras trama una tercera opción. Por desgracia para los socialistas, el único ejemplar disponible en estos momentos ya lo tiene en plantilla el partido de enfrente.

Complicada papeleta. La nueva plana mayor del PSOE debe contestar con un "No, pero sí" o más bien con un "Sí, pero no" a la petición de investidura que le formule Rajoy (si llega a formularla, naturalmente). No es que vayan a votar a favor ni mucho menos a aliarse con los conservadores como hacen sus pares en Alemania, que eso está fuera de lugar en un ámbito tan hirsuto como el de la socialdemocracia española.

Lo que se discute, simplemente, es la abstención y sus modalidades; aunque también en esto hay discrepancias. Unos pretenden que se inhiba todo el grupo parlamentario, otros que lo haga solo una parte y no falta siquiera quien proponga una salida higiénica hacia el cuarto de baño de los once diputados necesarios para dejar que Rajoy gobierne.

La discusión sobre tan grave asunto empieza a parecerse a la de los sabios bizantinos que discutían sobre el número de ángeles que podrían tener asiento en la cabeza de un alfiler. Solo que no estamos en Bizancio y, admitámoslo, los sabios no son precisamente lo que más abunda dentro de los partidos en España. Habrá que estar atentos al próximo capítulo del culebrón.

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