Que se van a abstener para permitir que Mariano Rajoy forme gobierno porque los números no dan para un ejecutivo de izquierdas es seguro. El problema es decidir cuántos diputados han de abstenerse para minimizar los daños entre los militantes y los votantes. El PSOE se enfrenta hoy a una de las situaciones más delicadas por las que ha pasado en sus 138 años de historia. El comité federal del partido tiene que vestir el santo de la abstención y aguantar el chaparrón interno y externo.
Especialmente difícil lo tienen quienes, como el líder socialista valenciano Ximo Puig se jactan de no haber pactado nunca con los conservadores y gestionan una comunidad autónoma con el apoyo de partidos afines, como Compromís y Podemos, pendientes estos últimos a cualquier escarceo entre socialistas y populares. O matrimonio, como ya define la relación Pablo Echenique. Si el PSOE decide que se abstengan sus 85 diputados en el Congreso, las fugas de catalanes, izquierdasocialistos y otros serán la noticia. Y si se abstienen sólo los 11 que hacen falta, ya pueden elegirlos bien. Si no aciertan con los nombres, los cuchillos cortarán hasta el aire. Los líderes principales; un reparto autonómico o todos los diputados que haya en el comité federal... Los responsables del partido tendrán que mojarse en un río muy revuelto.
