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Chicas pintoras

Hablemos de pintura. Fui el otro día a Madrid con la intención de ver la muestra que El Prado le dedica a Clara Peeters, pintora flamenca del siglo XVII, tiempo hubo de descubrirla. Al final también incluimos a los fauves de la fundación Mapfre, aunque me libré de Jean Renoir (en la Thyssen): no es que le tenga manía, pero todas sus doncellas tienen cara de melocotón. Los bodegones de la Peeters me parecen muy buenos, hiperrealistas avant la lettre y con una candencia, exagerada por los fondos casi negros, que reverbera en los quesos y empanadas.

Se habrán preguntado por qué hay tan pocas mujeres pintoras: pues por lo mismo que escaseaban en el Ejército. Se les consideraba factor perturbador gracias a la clásica confusión entre objeto y sujeto. Y eso valía para los talleres de pintura. Los propios fauves „que duraron menos que el rock sinfónico„ revolucionaron el color y pintaron los amaneceres de negro y violeta y las colinas del Rosselló como ondulaciones carnales del color de la calabaza, pero pintaban a la propia señora, llena de garbo y opulencia, en pelotas, para presumir de patrimonio.

La pregunta a la que me refería, replanteada con mayor precisión, sería: ¿por qué las mujeres tardaron tanto en conquistar en la pintura un espacio que ya tenían en la literatura, la danza, el teatro o la música? Carmen Calvo o Abramovic están felizmente vivas y antes lo estuvieron Maruja Mallo, Frida Kalho, Georgia O´Keeffe o Louise Bourgeois. Son pocas porque según Agnes Gund, del MoMA, tampoco entraban en la gestión de los grandes museos y el establecimiento del canon. El canon ha cañonizado a más artistas que la artillería del III Reich. Yo creo más bien que era al revés: al ser la pintura el primer arte que entró en palacios y templos y, sobre todo, en las cajas acorazadas de los bancos, se convirtió en asunto de caballeros, como las finanzas o el rectorado. Peeters incluye en sus bodegones gatos acechantes y halcones heráldicos para recordarnos que a la amable gastronomía se accede por el pórtico de la depredación.

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