Existe un gran público en Espapapaña (al que acostumbraron) demasiado chabacano que aplaude y simpatiza con esa basura televisiva que empezó allá por los noventa con la aparición de las cadenas privadas. Hoy los programas de más audiencia son Sálvame, realityshows, humoristas burdos y culebrones donde lo que predomina es la histeria. La exhibición de la catarsis, del pobrecito de mí, de culpabilizar al otro, de arrancarse los pelos, de pisarse los unos a los otros la palabra sin ningún escucha. No tenemos la posibilidad de gozar de la excelencia de un humor depurado, elaborado como el de aquel Gila en nuestras pantallas. Los que amamos la belleza de emociones limpias y contenidas, de tramas o contenidos más trabajados, nos vamos al cine o a teatros alternativos, donde sí hay un respeto por el arte. Pagando un 21% de IVA, añadido a la entrada. Pocos lo pueden pagar.

En política andamos en las mismas. Pura farsa y de la mala. Esta vez, a cargo del PSOE, de la mano de Felipe González, Susana Díaz y compañía, que montan a través de una gestora una reunión, apelando a la disciplina de voto (?) para traicionar lo que votó la militancia: el no al PP. Pues nada, se han marcado una abstención para gobernar junto al PP e investir a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. Aunque ya anden diciendo, con artes chabacanas, que van a hacer oposición. Señores del gran público: que se lo crea quien quiera seguir en los mundos de Yupi. Es su elección. Susana Díaz declaró no hace mucho que los socialistas votarían no al PP. Hoy, con su actuación histérica (sin sentido ni sensibilidad, cual Belén Esteban en plena catarsis) ha protegido su sillón, a sus señoritos y a las grandes multinacionales que para eso le mandan.

No me vengan con la disciplina de voto entre las dos rondas del Comité Federal . En la primera sale el no y en la segunda sale lo que manda el sumo jefe Felipe Gonzalez. Espapapaña es asín. Poco se recuerda ya a Miguel de Unamuno, que dijera en la universidad a comienzos de la guerra civil ante alguien de Falange: «Esto es un insulto a la inteligencia». En esas seguimos. Un porvenir de seguir tragando y a callar.