Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los deberes escolares y su rentabilidad

Conozco a una amiga periodista, formada en la cultura del esfuerzo de ir a recolectar de niña olivas y garrofas en su pueblo, que se ha propuesto ejercitar a su prole en tan sano ejercicio lúdico, deportivo y disciplinario. No lo va a tener fácil porque, metida en la vorágine de la cultura urbana, lo más probable es que haya de luchar contra la moda del mínimo esfuerzo, que nunca se ha visto tan alentada como hoy. Los maestros sabemos, porque lo sufrimos, de estas cosas. Se ha puesto de moda cuestionar las tareas escolares en las casas, los deberes. Hasta el mismísimo conseller ha reflexionado cuestionando su eficacia. No entraré yo en analizar si los deberes son rentables para que un alumno con dificultades salga adelante mejor o peor. Los docentes sabemos que los alumnos brillantes son los que, precisamente, cumplen con ese deber. Y los que más necesitarían hacerlos son los que menos cumplen con esas obligadas tareas extraescolares. O sea que, bien mirado, en términos de eficacia en la adquisición de contenidos y competencias, son, efectivamente€ poco cuestionables. Y sin embargo no es en la rentabilidad del aprendizaje de las tablas, de la división, de la resolución de problemas o de la comprensión lectora de un texto, donde radica su eficacia, sino en aquello a lo que obliga la tarea realizada en el domicilio: la participación de los padres, junto a sus hijos, en la faena. La cercanía, la sensibilidad que transmite al hijo saber que de él se espera algo; que por él sus padres dedican un tiempo, un esfuerzo, una cercanía.

Asistimos los docentes a una realidad que nos desborda y para la que no encontramos respuestas: la desestructuración familiar, creciente, con todas sus consecuencias, en la mayoría de los casos muy negativa para los hijos, que sufren en su debilidad, y casi siempre en silencio, las separaciones traumáticas; que sufren las consecuencias de la plaga de la droga en muchas familias. Nadie habla de esto. Crecen exponencialmente los comportamientos disruptivos, los problemas neurológicos engendrados bajo los efectos de la adicción. ¿Tienen algo que decir los médicos? Se habla de tú a tú, en los pasillos de colegios e institutos pero nadie lo plantea como un problema que convendría afrontar. Dicen que España ya gasta más en cocaína que en alcohol. Más de seis mil millones de euros. Ningún partido político propone nada ante un problema tan corrosivo como el de las adicciones. ¿Tanto poder tiene el narcotráfico como para controlar programas electorales, para evitar que en el debate público se instale una decidida política que persiga esa plaga social?

Pues ya ven, ahora toca hablar de evitar los deberes. Al menos sirvieran para que los niños jugasen libremente; o para recolectar olivas, garrofas, vides o naranjas€ Uy perdón, que eso, incluso en la familia, sería explotación infantil.

Compartir el artículo

stats