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Ella es inocente

Ella no tiene la culpa. La miro ahora y es un rectángulo negro inofensivo, originalmente brillante, ahora con una ligera capa de polvo que la energía estática ha atraído desde la última vez que la limpié.

La miro y mi cabeza hierve de curiosidad, ¿qué emociones esconderá a esta ahora? ¿Qué desilusiones me tiene preparadas? ¿Algún bodrio matinal? ¿Otra repetición del coñazo de la cobra «bisbaliana»? ¡Le han dedicado secciones especiales en «prime-time» a semejante imbecilidad! ¿Algún político justificando tal o cual chorrada de su ideario marxiano? Ya sabéis: «estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros». ¿O tal vez alguna maravillosa película escondida en algún canal de la tele por cable?

Por cierto, hablando de cine ¿de dónde han sacado el 90 % de las pelis que ponen en la 2 a las diez de la noche? Ayer María Fernanda, la Jerezana, esta noche A Tiro Limpio. También tuvimos El difunto es un vivo y Vivan los Novios. ¡Madre mía! Si esa es la historia de nuestro cine, más nos vale mirar hacia el futuro. No me extraña que la gente se decante por las cobras de Bisbal y los «desafinos» de Rosa Despania.

¿A dónde quiero ir a parar? A que ella es inocente. Y el fálico mando a distancia también. Nosotros apuntamos su rayo vengador contra la pantalla negra y luego podemos matar o indultar programas a placer. ¿Que está gracioso Wyoming? Indulto, ¿que Cárdenas no tiene pies ni cabeza? Al paredón. De Sálvame y Los Manolos no digo nada porque no me lo permite mi religión. Todo esto pasa por mi cabeza mientras pienso en lo que contaros, porque de lo que de verdad tengo ganas es de meterme en la ducha y sentir el agua caliente correr desde mi cabeza a mi espalda, y soñar con que alguien me la enjabona. Oigo en el fondo de mi cabeza La cabalgata de las Walkirias, preludio de un momento glorioso, suelto el mando e indulto a esa caja de sorpresas que es la tele, y sobre todo me indulto a mí. Me voy a la ducha.

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