Dilapidado y regalado el potencial humano, forzosamente emigrado con su formación bajo el brazo, no le queda a este país poco más recurso que el del clima, en forma de sol en abundancia en los meses vacacionales. La misma sequía que agota la vegetación y dificulta los cultivos deja el cielo libre para los rayos del Sol, el principal atractivo para los millones de turistas que llenan playas y alojamientos y permiten respirar a las saqueadas arcas de mi querida España. Sobre esta base, otros factores menos físicos explican el éxito turístico español, tercer país en número de turistas internacionales y en ingresos. Prueba de ello son los datos de radiación solar de Wordclim. Los países del mundo con más radiación solar media son tropicales. A la perpendicularidad de los rayos que supone más efectividad calorífica, se le unen los anticiclones subtropicales que limpian el cielo de nubes. La media más elevada es la de Níger, con 22,011 kilojulios por metro cuadrado al día. Le siguen Chad, Somalia, Eritrea, Egipto y Emiratos Árabes Unidos. Hacia el ecuador los rayos son también verticales, pero las nubes de la convergencia intertropical y de la convectividad diaria impiden que alcancen el suelo. Hacia las latitudes templadas y polares, los rayos nunca caen perpendiculares, por lo que sus valores quedan por debajo, aún más si entramos en los dominios de los frentes polares y sus abundantes nubosidad y precipitación. El primer país europeo en la lista es Chipre, con 18,521 KJ/m2/día y Sudáfrica, el primero que supera los 30º de latitud. A Chipre le sigue Portugal (excepción hecha de Gibraltar), con 16,109 y después llega España, con 15,625. La mezcla perfecta de presencia de sol y de ubicación próxima al foco emisor turístico europeo. Con todo, no compensa la ruinosa fuga de cerebros.