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El desenlace

Que Europa contenga el aliento con el resultado de las elecciones del martes en EE UU es lógico, también en China estaban pendientes y hasta en Rusia, porque Putin ha jugado fuerte con Trump. Y es el gran ganador. De algún modo las encuestas han fallado, bastante. La gente vira y duda y al fin decide un cambio que se prevé fuerte.

El nuevo presidente promete ahora llevarse bien con los que se lleven bien con su país. En el tablero mundial de la geoestrategia, estas potencias se reparten zonas de influencia y ciertas de fricción, hay guerras calientes y guerras frías. La vuelta a esta etapa que se creyó superada tras el choque en Ucrania ha ido a más, con Siria la escalada ha tenido momentos de enfrentamiento diplomático y bélico.

La herencia de Obama, que llaman «legado» con ciertas ínfulas, es complicada en lo internacional. En clave interna pudo dinamizar la economía tras la gran crisis y reducir el paro, pero no por igual en todos los estados, de ahí la diferencia de perspectivas a la hora de valorarlo. Mostró poco interés por Europa y encargó a Hillary Clinton la política internacional en Oriente Medio y en el Mediterráneo, y no parece que acertaran: todo está más enredado o polarizado. Lo que ha repercutido en medidas diferentes en las políticas de la Unión Europea y en cada país ha tenido su efecto.

Los sociólogos estudiarán el peso que ha tenido el voto de los latinos y su movilización y hasta qué punto los afroamericanos han seguido donde hace ocho años se movilizaron o han disminuido su apoyo a la causa demócrata, tocada ya.

Vamos a bailar con EE UU, qué remedio nos queda, estamos atados en lo militar a través de la OTAN, y también por la tecnología y los intercambios comerciales, unos más que otros, aunque compitamos en algunos sectores. El macrotratado que se estaba negociando va a sufrir muchos cambios todavía.

En clave más casera, De Guindos se fue rápido a Bruselas a ver cómo apañan lo de los recortes, y hacerlo llevadero o tragable. Intenta que no se paralicen los fondos europeos. Una vez más se trata de vender la cabra, con una situación difícil en las Cortes para poder aprobar los presupuestos. No podemos prometérnoslas muy felices. El desenlace se conocerá en breve y nos tiene en vilo y apuntan a recortes y subidas de algunos impuestoslos analistas apuntan esas dos vías.

El problema o conflicto interno que acucia es el de Catalunya y ahí ahora se lo pasan a la vice, Santamaría. Ella y Puigdemont han de dialogar, de un modo u otro, a ver si reducen la velocidad de los trenes y no chocan tan frontalmente con el consiguiente daño. El tema está tan enredado que no se ve cómo saldrán. Está enconado. Este desenlace anunciado no es menos peliagudo del que nos han deparado las elecciones en EE UU. Pero nos pilla más cerca.

Como en los thrillers, todo se acumula en el segmento final para dejarnos sin aliento o sin posibilidad de analizar. Y el camino en un caso y otro ha sido largo y las causas estaban ahí y solamente se ha ido profundizando en esos conflictos sin aliviar la presión. Por ello hemos venido a parar donde estamos, ante el desenlace de doble filo que repercute en todo.

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