Por estas fechas, hace 25 años, preparaba mi primer artículo para LEVANTE-EMV, publicado el 21 de noviembre de 1991 con el título de Tunelmanía. El artículo se refería al primer gran proyecto del recién posesionado gobierno municipal presidido por Rita Barberá, ideado por su concejal estrella, un abogado de 29 años llamado Francisco Camps: Una red de túneles vehiculares por debajo del Jardín del Turia y las plazas de América y Zaragoza, con diez bocas y ocho aparcamientos subterráneos!!!

Ante la avalancha de críticas políticas, técnicas y ciudadanas, el proyecto fue descartado por la alcaldesa, pero pocas personas caímos en cuenta o manifestamos públicamente que detrás del mismo había una personalidad infantiloide y megalómana que, de subir en puestos de mando, podría hacer mucho daño a la entidad gobernada.

Hoy, la grata memoria de mi colaboración con el diario más importante de la Comunitat Valenciana (con 150 artículos publicados) se ha visto nutrida por dos hechos aparentemente inconexos: El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU, el 8N; y el juicio a Valmor Sport, la empresa pantalla que gestionó el Circuito Urbano de F1, llevado a cabo en calles del distrito marítimo y muelles del puerto de Valencia entre 2008 y 2012, con el señor Camps como presidente de la Generalitat y promotor del evento. Lo fue también, junto con la señora Barberá, de la America´s Cup, realizada en 2007 y 2010.

Cuando resuenan en los medios de todo el mundo las tenebrosas promesas electorales de Trump (nacionalistas, xenófobas, racistas y machistas), los medios de España recogen las sesiones del juicio en el que aquel delirante concejal es uno de los principales imputados. Y si se comparan las promesas trumpistas con los programas electorales con los cuales Camps ganó, por mayoría absoluta, las elecciones autonómicas de 2004, 2007 y 2011 (valencianistas, triunfalistas, con agua para todos y 1.700 propuestas para mejorar tu vida); y estos con las ejecutorias del presidente valenciano (las de Trump están por verse), además de encontrar alguna sorpresa, se pueden apuntalar una hipótesis, una certeza y una oportunidad:

La hipótesis es que, si se confirma el trecho que hay entre los dichos y hechos de los políticos que hacen en el gobierno lo contrario a lo ofrecido en campaña, el de Trump puede ser un buen gobierno, máxime si acepta el pragmático ofrecimiento de Bernie Sanders de colaborar en políticas a favor de los trabajadores empobrecidos que votaron contra Hillary Clinton.

La certeza es que cuando Ernesto Bertarelli y Bernie Ecclestone vinieron a España, en 2003 y 2006 respectivamente, a vender sus fantasías especulativas al servicio del 1% (Copa América y CUF1) encontraron en Camps el cliente óptimo: Su megalomanía había madurado con sus amiguitos del alma (de la Gürtel y Orange Market) y encontrado en los grandes eventos (con costosísimos barquitos y cochecitos) el complemento ideal al modelo de desarrollo basado en el ladrillo cementado con corrupción, que se venía consolidando en nuestro territorio desde Eduardo Zaplana, aquel visionario presidente de la política es para forrarse?

Y la oportunidad es que con las nuevas autoridades autonómicas y municipales que presiden Ximo Puig y Joan Ribó, pese a las deudas heredadas, las limitaciones presupuestarias y las dificultades inter e intrapartidistas, la ciudadanía puede reactivar sus anestesiadas neuronas y participar activamente, con políticos y técnicos, en la construcción de utopías concretas al servicio del 99%, aplicando a la realidad local, de forma innovadora y solidaria, los objetivos globales de desarrollo sostenible aprobados por la ONU en noviembre del año pasado.