Hoy „cuando se está dilucidando nuevas reválidas„ pocos supervivientes recordarán lo que fue el llamado «Plan 38» „año en el que se aprobó, en los años de la guerra civil„ del Bachillerato, pues quedó suprimido en la primera mitad de la década de los años cincuenta del siglo XX y quienes estudiaron los siete cursos con dicho plan hoy están en octogenarios o tal vez más.

Consistía aquel plan de estudios en siete cursos; a los diez años, tras la primera enseñanza en escuelas nacionales o colegios privados, se realizaba el examen de ingreso en el bachiller „así se le llamaba de forma abreviad„, prueba que podía efectuarse en los institutos o en los colegios. (Solamente había en la Ciudad dos institutos de Enseñanza Media: el Luis Vives, para muchachos, y el San Vicente Ferrer, para muchachas; en la provincia, estaban los de Requena y Játiva).

Una vez pasado este «ingreso», en octubre ya se comenzaba los estudios con el primero de los siete cursos. Las asignaturas eran lo más variado, pues se alternaba ciencias y letras; Matemáticas, Física y Química coincidían con Literatura y Filosofía; además, durante los siete cursos se aprendió un idioma latino „generalmente, francés„, y a partir del cuarto año había que escoger una segunda lengua extranjera, en la mayoría de casos el inglés. Además, el Latín era asignatura fija, y no por precepto religioso, sino por ser la base de nuestro idioma nacional.

Hay que recordar que en aquellos tiempos se asistía a clase los seis días laborables de la semana; no se descansaba el sábado, y la única vacación „aparte del domingo„ era el jueves por la tarde. No olvidemos que en los centros de trabajo ocurría lo mismo.

Volviendo al bachillerato del «plan 38», el alumno salía muy preparado en temas generales; pues quienes después se dirigían a una carrera de Ciencias sabían algo de latín y quienes eran Cervantes y Shakespeare, y los que pasaban a una Facultad de Letras „Filosofía o Derecho„ conocían la regla de tres y la raíz cuadrada.

Cuando se finalizaba el Bachillerato, para acceder a la Universidad era necesario el Examen de Estado, que suponía un balance de los estudios de esos siete años, y que se realizaba ante un tribunal presidido por un catedrático de Universidad. La presencia del profesor doctor Francisco Beltrán Bigorra hacía temer a los examinandos, pues era considerado «el ogro» para los estudiantes.

Pero llegado el año 1.953 el sistema cambió; se estableció los dos «bachilleres», uno hasta cuarto curso y el resto, hasta el séptimo, se calificó de «Bachillerato Superior». Con el primero, el «de cuatro», que también tenía su reválida, servía para aspirar a algunas carreras, como Magisterio; pero para la Universidad había que completar los siete cursos. Y, a partir de ese año, el plan de estudios ha sufrido numerosas variaciones. El Ministro José Luis Villar Palasí ya hizo reformas, y recientemente han surgido airadas controversias para el sí o el no de algunas reválidas.

La Formación Profesional no aparecía todavía en el citado «Plan 38», pues pertenecía a otro ámbito escolar.

Cada cosa en su tiempo.