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Examen final

Ahora que ya han pasado unos días de cautela y alejamiento, constato que el personal estaba muy alterado con el fallecimiento de Rita Barberá, de la que no se puede decir, para su suerte, que no tuviera gente que la quería: mucha, de eso no hay duda. Todo lo demás son preguntas y asombros. Por ejemplo: que haya que explicar a los tuyos que es lógico que el ayuntamiento rinda honras fúnebres a quien fue su alcaldesa durante muchos años. Es un deber institucional, debería estar claro. Otra cosa clara: los jueces no suelen citar a nadie como imputado si no tienen indicios de que hubo una administración poco limpia y transparente.

El espectáculo de los poderes del Estado en torno al popular cuerpo presente fue un poco grotesco, sí, pero en gran medida previsible y lógico: Rita era lo que se llama un gran activo del PP (el lenguaje de los contables nos contamina) por más que la hicieran a un lado, crueldad habitual en la política, por cierto. Habitual, dolorosa y puede que necesaria: la vida tiene que seguir y eso siempre será difícil de asimilar por el sector más devocional de los tendidos. Con los ánimos mucho más tranquilos, comienza el enjuiciamiento de la labor de casi 25 años de alcaldía.

Y algo más que un detalle que me interesa resaltar: las criticas aceradas y el mal trago judicial no mataron a Rita. En otro tiempo, incluso, le ensanchaban la sonrisa. Algo más de daño le causó el cordón sanitario que tendió en su torno el partido que ella misma había contribuido a crear y fortalecer. Sin embargo „y puestos en el papel de forense„ lo que realmente le dio el golpe de gracia, que tan poca gracia suele tener, fue el corte en el flujo de la aclamación, la pérdida de liderazgo, el fin de los vítores que eran el combustible que hacía funcionar a una alcaldesa que siempre excedió a su partido (ese rasgo de Rita era lo que mejor me caía de ella. Eso y que ni el partido ni Botella lograron casarla como a otros flojos y flojas). Tenía un corazón caudillista, hecho a los triunfos y las efervescencias. La crítica, ese invento presocrático y francés, no era para ella. Descanse en paz.

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