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Somos como niños

A los que somos padres nos asombra las veces que nuestros hijos pequeños son capaces de ver la misma película una y otra vez, con ilusión, alegría y una devoción inquebrantable. Y empezamos a preocuparnos cuando vemos que anticipan los diálogos. Pero ellos al contrario: al ver al personaje de la peli repetir lo que ellos acaban de decir, ríen felices. Yo llegué a saberme «Dumbo» y «El Rey León» casi de memoria (una con cada retoño). Una vez leí que para los niños volver a ver algo conocido, saber cómo acabará todo, les hace sentirse seguros, y yo -como todos- damos lo que sea para que nuestros hijos se sientan seguros.

¿Sabéis por dónde voy? Yo creo que sí. Pongamos por caso «Pesadilla en la cocina», reality presentado por Alberto Chicote. Lo único sorprendente de este programa es la indumentaria del susodicho: restaurante a punto de hundirse, llega Chicote, descubre manchurrones, mala gestión o lo que sea, el propietario refunfuña, Chicote lo insulta un poco, hacen unas reformas y todo vuelve a funcionar. Supongo que los guionistas se darían cuenta, ya que en el último capítulo Chicote se dio por vencido por primera vez. Los «adultos» lo ven, pasan el rato y se van a dormir. Como los niños, vamos.

Nos vamos al otro extremo: los documentales de animales de La 2. ¿Cuántas películas se pueden hacer sobre los «escualos que dominan las profundidades»? Yo cuando por error o por zapeo paso por allí, siempre tengo la misma sensación de estar viendo un mismo documental interminable. No me digáis que no. El tiburón nadando en el inmenso azul (agua), el felino atacando a algún animal indefenso (tierra) y las aves emprendiendo en invierno el vuelo hacia tierras más cálidas (aire). Los tres elementos. No me malentendáis, sé que hay documentales maravillosos, pero a nosotros nos mola ver siempre los mismos, nos da seguridad, y sobre todo nos da SUEÑO. Perfecto para la hora de la siesta.

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